sábado, 30 de agosto de 2014

Fortaleza y empuje del líder




Entonces les conté cómo la bondadosa mano de Dios había estado conmigo y les relaté lo que el rey me había dicho. Al oír esto, exclamaron: —¡Manos a la obra!  Y unieron la acción a la palabra. 
Nehemías 2:18.


Lectura: Nehemías 2:1-20.  Versículo del día: Nehemías 2:18.

MEDITACIÓN DIARIA

Nehemías, un judío de los cautivos en Babilonia, se ganó la apreciación del rey y éste lo mando a reconstruir la ciudad de Jerusalén.  Cuando llegó e inspeccionó la muralla, les comentó y animó a los que le acompañaban para que se unieran a la tarea y ellos exclamaron: “¡Manos a la obra!  Y unieron la acción a la palabra”. Eso es lo que nos falta en muchas ocasiones a nosotros.  Hablamos y hablamos y todo se nos va en hermosos planes de los cuales pocos se realizan; no sabemos unir la acción a la palabra.  Tenemos que aprender a ser diligentes y constantes en lo que emprendamos, porque también en eso, debemos ser testimonio.
Nehemías fue un gran líder y nos deja una lección ejemplar. Aunque le expresó al rey Artajerjes la tristeza por su pueblo y con su anuencia se fue a desarrollar la labor, no fue nada fácil.  Le tocó enfrentar muchos contratiempos: la ciudad estaba en ruinas, consumida por el fuego, no tenía los materiales ni los hombres adecuados para ayudarle, y encima de eso la envidia y oposición de algunos de los que allí moraban, le salieron al paso burlándose y poniendo resistencia.  Sin embargo, su denuedo, tenacidad y responsabilidad, unidos a la oración constante al que todo lo puede, no se hicieron esperar.  Él sabía que la bondadosa mano de quien le había abierto las puertas iba a continuar y nos las iba a cerrar hasta terminar su cometido.
Aprendamos a no desfallecer después de empezar a construir; los que confiamos en el Señor, renovamos las fuerzas cada nuevo día.  Ningún proyecto  está en tapete rojo; nada se construye de la noche a la mañana.   Si de verdad se quiere salir avante, hay que enfrentar un sinnúmero de dificultades y todo líder debe tener el suficiente carácter y valor para asumir los tropiezos.  Mi oración es por todos los empresarios, trabajadores y líderes que se levantan con mil cargas sobre ellos y están desanimados.  ¡Adelante!  Hay que unir la acción a la palabra; al final se verán los frutos.

Amado Señor: Gracias por tu Palabra.  Gracias porque en ella aprendemos no solamente a crecer en el espíritu, sino también a desarrollarnos basados en lo que a diario nos enseñas. Te rogamos que tengas en cuenta a toda persona líder y le des la suficiente sabiduría, discernimiento y fortaleza para continuar en la ardua tarea de dirigir su empresa o trabajo. ¡Gracias buen Dios!

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: