martes, 11 de marzo de 2014

Un corazón dispuesto



 —Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! —declaró Natanael.  
 Juan 1:49.

Lectura: Juan 1:43-51.  Versículo del día: Juan 1:49.

MEDITACIÓN DIARIA

Natanael era el mismo Bartolomé, y tal parece que era un hombre que buscaba a Dios. Muy seguramente aprovechaba la sombra de la higuera para leer las Escrituras y meditar en ellas. Cuando su amigo Felipe le dice que vaya con él, que conoció a Jesús de Nazaret y es aquel de quien hablaron Moisés y los profetas, Natanael le responde que de Nazaret no podía salir nada bueno. Sin embargo Natanael sigue a Felipe y cuando Jesús lo ve, dice: “Aquí tienen a un verdadero israelita, en quien no hay falsedad” (v. 47). Muy significativa la frase del Señor hacia un hombre que  todavía no sabe nada de Él y más estando en medio de fariseos y saduceos hipócritas. Natanael le pregunta que de cuándo lo conoce y su respuesta lo deja aun más asombrado: “Antes de que Felipe te llamara, cuando aún estabas bajo la higuera, ya te había visto” (v. 47). Estas palabras causaron un gran impacto en Natanael quien gozoso lo llama “Rabí” y exclama: "¡tú eres el Hijo de Dios!  ¡Tú eres el Rey de Israel!”.
Si bien es cierto que Natanael no creyó en principio y a pesar del cuestionamiento que le hace el Señor (v. 50 en la lectura), son de admirar sus palabras, porque a diferencia de Pedro cuando reconoció que Jesús era el Hijo de Dios (Mateo 16:16), ya llevaba tiempo al lado de Él y había podido contemplar su gloria. Natanael había podido mirarlo como otro profeta más pero considero que también por revelación del Espíritu Santo, reconoció que en verdad estaba al frente del Mesías esperado.
El Señor conoce los corazones y ante Él no existe razón alguna de aparentar lo que no somos. Creo que lo bonito de aprender aquí de Natanael, es ser auténticos y mostrarnos tal cual somos. Natanael dudó que de Nazaret saliera algo bueno, pero hay que resaltar que su percepción cambió totalmente al tener a Jesús enfrente y oir sus palabras. Vale la pena resaltar que se equivocó y no era perfecto, pero el Señor es especialista en buscar lo imperfecto para precisamente hacer su obra completa en cada uno. Lo importante es tener un corazón dispuesto a escucharle tal como lo hizo Natanael.   

Amado Señor Jesús: Quizá muchas veces hemos dudado de ti o te hemos cuestionado. Te pedimos perdón por ello y te rogamos que nos permitas cada día ver tu poder sobre nuestras vidas y entender que eres el Hijo del Dios vivo, quien vino a pagar por nuestras transgresiones y pecados. ¡Toda la adoración y gloria es para ti, porque eres quien la mereces!

Un abrazo y bendiciones.

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