—Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—; dichosos los que no han visto y sin embargo creen.Juan 20:29.
Lectura: Juan
20:24-31. Versículo del día: Juan 20:29.
MEDITACIÓN DIARIA
Nuevamente el Señor se
aparece con su saludo anterior: “¡La paz sea con ustedes!” (v. 26). Nos entrega su paz para que también sepamos
entregarla. Tomás, el apóstol incrédulo, al ver al Señor lo tiene que reconocer
en toda su grandeza y por eso exclama: “—¡Señor
mío y Dios mío!” (v. 28). Quizá triste o avergonzado por no haber creído
solamente por las palabras de sus compañeros, ahora con su actitud, nos deja
una frase muy significativa a través del Señor: “dichosos los que no han
visto y sin embargo creen”.
¿Recuerdan la oración
que hizo el Señor por los que seguirían e irían a llevar el mensaje de
salvación? (Juan 17:20). En ese “dichosos”
estamos incluidos. Hemos creído por fe y
somos bienaventurados; o sea mucho más que felices, supremamente dichosos. Es
el mayor bien que se nos pueda expresar y
nosotros los cristianos gozamos de ese bien al recibirlo de parte de
nuestro Salvador. Por ese bien, gozamos
de las ricas bendiciones que el Señor
continuamente nos está regalando. Nos encontramos en un grupo exclusivo de los
que somos abundantemente bienaventurados. ¡Gloria a Dios por ese regalo
maravilloso!
Amado Señor: Gracias
por los que pusiste en nuestro camino para que nos hablaran de ti. Gracias por
habernos dotado con el don de la fe, para creer sin ver. Gracias por la paz que pones en nuestro
corazón. Tú eres el Príncipe de paz y te rogamos que nos enseñes a construirla
diariamente. ¡Señor mío y Dios mío! Reconocemos tu grandeza y poder.
Un abrazo y
bendiciones.
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