Todos ellos dieron sus ofrendas de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía para su sustento.Lucas 21:4.
Lectura: Lucas 21:1-4. Versículo del día: Lucas 21:4.
El pasaje nos habla
sobre la ofrenda de la viuda. Los ricos ofrendaban grandes cantidades en las
urnas del templo, pero esta viuda pobre, solamente podía hacerlo con dos
moneditas que era todo lo que tenía.
La verdad, es que el Señor no necesita de nuestro dinero,
pero tenemos que ofrendar y diezmar porque esto nos trae bendición. Bendición que el Señor multiplicará. Pablo
dice que cada uno de, de acuerdo a lo que se propuso en su corazón (2 Corintios
9:7). No tiene que ser necesariamente el diez por ciento; incluso puede ser una
cantidad mayor, pero si no se siente así, dar lo que se considere conveniente. Lo
importante es darlo con alegría; sin dolor ni con pena, sino sabiendo que es
para el Señor y al Señor le ofrecemos lo mejor. Si tuviéramos que presentarnos
ante un alto dignatario o monarca, seguro que le llevaríamos el mejor de los
detalles, entonces, ¿por qué a nuestro Dios, Rey y Señor no? Él merece
muchísimo más que cualquier persona del mundo.
Considero que el darle
a Dios lo que le corresponde (Mateo 22:21), siempre debe estar en el primer
lugar de nuestras finanzas; pero también es importantísimo saber dar al
prójimo. El dar produce regocijo y nos trae muchísimas bendiciones. El Señor no
se queda con nada guardado y la recompensa será inmensa. “Den, y se les dará:
se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque
con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Lucas 6:38). Dios
nos devolverá una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Además de
esto, eso mismo que hagamos, puede que no se retribuya en nosotros mismos, pero
Dios se encargará de retribuirlo con alguno de nuestros seres queridos llámense
hijos, padres o hermanos. Estoy segura
de eso y puedo dar fiel testimonio de que así es. Definitivamente para mí, es muchísimo mejor
dar que recibir.
Amado Señor: Tú eres el
dueño de todo el oro y la plata del mundo; sin embargo deseas de nosotros que
nos desprendamos de las riquezas y que éstas no estén por encima de ti. Enséñanos a darte lo que te corresponde con
alegría, y de igual modo hacerlo con nuestro prójimo. Gracias buen Dios.
Un abrazo y
bendiciones.
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