El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios.Juan 3:18.
Lectura: Juan 3:1-36. Versículo del día: Juan 3:18.
MEDITACIÓN DIARIA
Si hay algún capítulo
de la Biblia y en especial del Nuevo Testamento que nos aclare por qué a través
de Jesucristo es que recibimos la salvación, es el capítulo 3 del Evangelio de
Juan.
Jesús habla con
Nicodemo, un maestro de la ley entre el pueblo judío y le explica el nuevo
nacimiento para todo el que quiera entrar en el reino de Dios. El Señor le enfatiza en que hay que nacer del
agua y el Espíritu, porque el que nace del cuerpo del cuerpo es; pero el que nace del Espíritu, espíritu es. Siendo
un docto en la doctrina, parece no entenderlo (vv. 1-13).
Más adelante dice: “Porque
tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree
en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (v. 16). En el primer capítulo
de Juan se nos afirma que Jesús, la luz del mundo, vino al mundo, pero el mundo lo rechazó; sin embargo, a los que le
recibieron les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12) y afirma
además que: “Éstos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por
voluntad humana, sino que nacen de Dios” (Juan 1:13).
No existe otro camino
para conseguir la salvación; Jesús es el único camino (Juan 14:6). Y si Jesús es rechazado por la humanidad, no
queda nada más que la condenación: “Ésta es la causa de la condenación: que la
luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque
sus hechos eran perversos” (v. 19 en la lectura).
Si en verdad el hombre
está cansado de vivir en tinieblas, tiene que arrepentirse y aceptar el
sacrificio de Jesús por él. El Señor Jesús vino a pagar por todos nuestros
pecados y la única manera de alcanzar la salvación es recibiéndolo
personalmente en nuestro corazón. Lo
recibimos por la fe que profesamos en Él, no haciendo buenas obras (Efesios
2:8-9), ni creyendo que por no hacerle mal a nadie ya somos salvos; simplemente
somos salvos, porque creemos que Jesús, es el Hijo de Dios, el Salvador del
mundo.
Quizá hoy es el momento
exacto para ti. Si entendiste lo que dice su Palabra y lo crees, puedes hacerlo
en este momento a través de una oración.
Si es tu deseo, te sugiero que oremos así:
Señor Jesucristo:
Confieso que soy pecador y que ando en medio de la oscuridad. Hoy acepto y creo
que eres el Hijo de Dios, que moriste por mis pecados y resucitaste para darme
vida eterna. Creo que tu bendita sangre me limpia de todo mal. Te acepto en mi
vida como Señor y Salvador personal. Gracias por perdonarme y limpiarme. Desde
ahora seré una persona nueva por el regalo de la salvación que me has concedido.
Muchas gracias Señor. En tu bendito Nombre, amén.
Un abrazo y
bendiciones.
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