jueves, 13 de marzo de 2014

En ningún otro hay salvación

El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios. 
Juan 3:18.

Lectura: Juan 3:1-36.  Versículo del día: Juan 3:18.

MEDITACIÓN DIARIA

Si hay algún capítulo de la Biblia y en especial del Nuevo Testamento que nos aclare por qué a través de Jesucristo es que recibimos la salvación, es el capítulo 3 del Evangelio de Juan.
Jesús habla con Nicodemo, un maestro de la ley entre el pueblo judío y le explica el nuevo nacimiento para todo el que quiera entrar en el reino de Dios.  El Señor le enfatiza en que hay que nacer del agua y el Espíritu, porque el que nace del cuerpo del cuerpo es;  pero el que nace del Espíritu, espíritu es. Siendo un docto en la doctrina, parece no entenderlo (vv. 1-13).
Más adelante dice: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (v. 16). En el primer capítulo de Juan se nos afirma que Jesús, la luz del mundo, vino al mundo, pero  el mundo lo rechazó; sin embargo, a los que le recibieron les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12) y afirma además que: “Éstos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios” (Juan 1:13).
No existe otro camino para conseguir la salvación; Jesús es el único camino (Juan 14:6).  Y si Jesús es rechazado por la humanidad, no queda nada más que la condenación: “Ésta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos” (v. 19 en la lectura).
Si en verdad el hombre está cansado de vivir en tinieblas, tiene que arrepentirse y aceptar el sacrificio de Jesús por él. El Señor Jesús vino a pagar por todos nuestros pecados y la única manera de alcanzar la salvación es recibiéndolo personalmente en nuestro corazón.  Lo recibimos por la fe que profesamos en Él, no haciendo buenas obras (Efesios 2:8-9), ni creyendo que por no hacerle mal a nadie ya somos salvos; simplemente somos salvos, porque creemos que Jesús, es el Hijo de Dios, el Salvador del mundo.
Quizá hoy es el momento exacto para ti. Si entendiste lo que dice su Palabra y lo crees, puedes hacerlo en este momento a través de una oración.  Si es tu deseo, te sugiero que oremos así:

Señor Jesucristo: Confieso que soy pecador y que ando en medio de la oscuridad. Hoy acepto y creo que eres el Hijo de Dios, que moriste por mis pecados y resucitaste para darme vida eterna. Creo que tu bendita sangre me limpia de todo mal. Te acepto en mi vida como Señor y Salvador personal. Gracias por perdonarme y limpiarme. Desde ahora seré una persona nueva por el regalo de la salvación que me has concedido. Muchas gracias Señor. En tu bendito Nombre, amén.

Un abrazo y bendiciones.

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