domingo, 23 de marzo de 2014

Hay que saber esperar




Al ver los israelitas que Moisés tardaba en bajar del monte, fueron a reunirse con Aarón y le dijeron: —Tienes que hacernos dioses que marchen al frente de nosotros, porque a ese Moisés que nos sacó de Egipto, ¡no sabemos qué pudo haberle pasado! 
Éxodo 32:1.


Lectura: Éxodo 32:1-35.  Versículo del día: Éxodo 32:1.

MEDITACIÓN DIARIA

Moisés subió al monte Sinaí a para encontrarse con Dios y recibir de parte de Él mismo, las tablas de la ley y los mandamientos que había escrito para guiar al pueblo de Israel  en la vida (Éxodo 24:12). Habían visto la gloria del Señor posarse sobre ellos; habían visto su poder sacándolos de Egipto, cruzando el Mar Rojo, convirtiendo el agua amarga en agua dulce, comiendo maná y codornices enviados directamente por el Señor para calmar su apetito. Sin embargo, nada de esto sirvió solamente porque  Moisés tardo cuarenta días y cuarenta noches en regresar, y los israelitas no supieron esperar y le pidieron a Aarón que les hiciera dioses que marcharan al frente de ellos.
¡Cualquier parecido con nosotros!  Hemos contemplado múltiples maravillas en cada uno, pero como somos impacientes y queremos la respuesta inmediata, tampoco sabemos esperar. No se tiene la perseverancia para resistir ante las circunstancias adversas que se afrontan; y ante la demora, se prefiere buscar refugio en otros dioses que solo dejan huellas profundas de desolación y vacío en el corazón. 
Meditemos en lo anterior sin seguir este mal ejemplo; más bien, aprendiendo de él para no dejarnos llevar por la impaciencia.  Que a su vez, nos sirva de antesala para ir preparándonos a lo que será la segunda venida del Señor.  Con seguridad en los últimos tiempos aparecerán burlones que se mofarán de nuestra fe y de nuestra esperanza para esperar el regreso del Señor, y estarán preguntándonos: “¿Qué hubo de esa promesa de su venida?” (2 Pedro 3:4).  Si declinamos ante gloriosa esperanza, estaremos perdidos.

Amado Señor: Muchas gracias por enseñarnos tu Palabra. Gracias porque entendemos que solamente tú puedes poner en nuestros corazones el deseo de seguirte a pesar de las aflicciones, sin buscar a diferentes dioses.  Confesamos que eres el único Dios Santo, Todopoderoso y Verdadero.  Gracias porque nos vas cultivando para ese grandioso día en que volverás, y nos llevarás contigo.

Un abrazo y bendiciones.

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