Hoy ha llegado la salvación a esta casa —le dijo Jesús—, ya que éste también es hijo de Abraham.Lucas 19:9.
Lectura: Lucas
19:1-10. Versículo del día: Lucas 19:9.
MEDITACIÓN DIARIA
Zaqueo, el hombre protagonista del versículo,
era jefe de los recaudadores de impuestos; los que tenían muy mala fama en ese
entonces porque eran ladrones y usureros. Sin embargo, él desea ver quién era Jesús. La multitud se lo impedía ya
que por su estatura tan baja no podía y resuelve subirse a un árbol para verlo
pasar. Cuando Jesús pasa por el sitio, le dice: “Zaqueo, baja en seguida. Tengo
que quedarme hoy en tu casa” (v. 5), y así lo hizo. Esto dio para que la gente murmurara y se
escandalizara por haber ido a hospedarse con un pecador. Zaqueo reconoció
inmediatamente que estaba obrando mal y dijo resueltamente: “Mira, Señor: Ahora
mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si en algo he defraudado
a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea” (v. 8). Conoció al
Señor y se arrepintió. Él estaba envuelto en un mundo de corrupción, donde
imperaba el amor al dinero, pero descubrió a Aquel que puede cambiarlo, y lo acoge
bajo su morada. Por eso mismo el Señor le dice: “Hoy ha llegado la salvación a
esta casa”.
En Zaqueo como hijo de
Abraham, se resaltan las palabras de Pablo: “Por eso la promesa viene por la
fe, a fin de que por la gracia quede garantizada para toda la descendencia de
Abraham; esta promesa no es sólo para los que son de la ley sino para los que
son también de la fe de Abraham, quien es el padre que tenemos en común” (Romanos
4:16). Ahí estaba incluido Zaqueo por la ley, pero ahí también todos los demás
(gentiles). Recibimos al Señor por fe: “Porque
por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe” (Efesios 2:8); “Por lo
tanto, sepan que los descendientes de Abraham son aquellos que viven por la fe”
(Gálatas 3:7).
Nunca es tarde para
cambiar; para arrepentirse y permitirle al Señor gobernar nuestras vidas.
Precisamente, el Redentor del mundo vino fue a eso: a pagar por nuestros
pecados. “Vengan, pongamos las cosas en claro —dice el Señor—. ¿Son sus pecados
como escarlata? ¡Quedarán blancos como la nieve! ¿Son rojos como la púrpura? ¡Quedarán
como la lana!” (Isaías 1:18). Mediante
la fe en Jesucristo nuestro Salvador, podemos decirle: ‘Sigue Señor’. Él es el
único que puede transformar vidas. Esta
Palabra es para ti, permite que hoy llegue la salvación a tu casa.
Amado
Señor: Gracias por permitirnos conocerte por la fe en ti, y entender que somos pecadores
pero que ahora, nos has justificado con tu bendita sangre. Te pedimos por todos
los que van enclaustrados en el mundo y aun no han deseado mirarte. Rogamos para
que también bajen hacia ti y puedan recibirte en su casa.
Un abrazo y
bendiciones.
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