domingo, 19 de enero de 2014

¿Quiénes somos para no hacerlo?




Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano. 
Mateo 18:35.


Lectura: Mateo 18:21-35.  Versículo del día: Mateo 18:35.

MEDITACIÓN DIARIA

Considero que este versículo va muy ligado al de: “Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen”, “Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán?” (Mateo 5:44 y 46); y al de: “hagan bien a  quienes los odian, bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan” (Lucas 6:27-28).
Pedro le preguntaba al Señor sobre cuántas veces teníamos que perdonar; le pareció que con siete sería suficiente y el Señor le responde: “No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces” (v. 22 en la lectura). En traducciones alternas dice: “hasta setenta veces siete”. Ya podemos tener idea de lo que nos manda el Señor. 
Es tan difícil pedir perdón como perdonar.  Pero la mejor reflexión para hacerlo es recordar quiénes somos o hemos sido, y reconocer que Jesucristo siendo Dios se humillo, padeció y se llevó en la cruz todo el peso de nuestros pecados; nos perdonó totalmente sin ni siquiera merecerlo.  Entonces, cada uno preguntarnos: ¿quién vengo a ser yo para no hacerlo?  Esto es precisamente lo que nos enseña la parábola de la lectura.  Si nos creemos tan superiores y perfectos, el Señor nos lo recordará igual que al siervo despiadado: “Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste.  ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?” (vv. 32b-33).
El Señor nos enseña que debemos demostrarnos perdón mutuamente. No es solamente recibir el perdón cuando ofendemos, lo cual es mucho más cómodo; es aprender también a perdonar cuando nos han agraviado, sea leve o fuerte la agresión. Cuando decidimos perdonar de corazón, vamos recibiendo sanidad interior y el peso de las cargas se vuelve más liviano. ¡Hagámoslo!

Amado Señor: Muchas gracias porque han sido tantas las veces que hemos caído y tú, buen Dios misericordioso nos has perdonado. Nosotros en calidad de humanos, nos dejamos arrastrar por la naturaleza pecaminosa y nos cuesta hacerlo; por eso recurrimos una vez más a ti para que nos des el poder de perdonar como lo has hecho con nosotros.  Gracias buen Señor.

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: