sábado, 18 de enero de 2014

Escúchenlo; Él está llamando



…de la cual salió una voz que dijo: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él. ¡Escúchenlo!» 
Mateo 17:5b.


 Lectura: Mateo 17:1-13.  Versículo del día: Mateo 17:5b.

MEDITACIÓN

Vale la pena resaltar tres cosas: El Señor toma a tres de sus discípulos y se los lleva aparte (v. 1). Tal vez, sus amigos, los de más confianza. 
Se les aparece una nube luminosa de la cual sale una voz que les clama: “¡Escúchenlo!” (v. 5).
El Señor les recomienda no contar lo sucedido hasta después de su resurrección (v. 9).  
Vale la pena reflexionar sobre cada una: Dios nos está buscando y quiere llevarnos aparte porque su deseo es que conozcamos en la intimidad quién es en verdad  el Cristo que decimos conocer. El Padre mismo es quien pone a nuestra disposición a su Hijo Amado. ¡Cuánto amor hay en el Padre por nosotros!  Ni siquiera se escatimó en entregárnoslo; ¡pero cuánto nos cuesta escucharlo!  Él es la luz que ilumina todo camino. Es la luz de la vida (Juan 8:12). Este Jesús, primero tendría que pasar el trago de la muerte; pero no una simple muerte: fue un trago amargo de una pasión cruenta y humillante.
Vida y muerte; muerte y resurrección. ¿Queremos tener vida? Antes tenemos que morir al pecado y resucitar con Cristo el Señor.  Habrá un antes y un después.  Seguro que estos tres hombres que presenciaron tan maravilloso espectáculo, no volvieron a ser los mismos.  Es tan fácil recibir el amor, la ternura y la compasión del Señor, que es apacible estar a su lado. Por eso ellos quisieron quedarse allí y le propusieron al Señor hacer tres tiendas: una para su Señor, otra para Elías y otra para Moisés (v. 4)
Lo importante es que ahora nosotros, hemos visto su luz y debemos estar atentos a escucharle.  De esta manera morará por siempre en la tienda de nuestro corazón demostrando al mundo que somos diferentes; que hay un futuro promisorio que se llama Jesús de Nazaret. 
Por eso para los que no le conocen: “si escuchan hoy su voz no endurezcan el corazón” (Hebreos 3:15); esa voz es la puerta que se abre para la salvación.

Amado Padre celestial: Gracias por habernos permitido encontrar esa luz en Cristo Jesús, tu Hijo amado. Gracias por la nueva vida que tenemos ahora con Él; enséñanos a estar siempre atentos a su voz. Gracias porque has permitido que en nuestro corazón haya un lugar para conocerte y desde allí nos contemplas con ternura y nos atraes con lazos de ese amor que jamás se extingue.

Un abrazo y bendiciones.

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