…de la cual salió una voz que dijo: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él. ¡Escúchenlo!»Mateo 17:5b.
Lectura:
Mateo 17:1-13. Versículo del día: Mateo
17:5b.
MEDITACIÓN
Vale la pena resaltar tres
cosas: El Señor toma a tres de sus discípulos y se los lleva aparte (v. 1). Tal
vez, sus amigos, los de más confianza.
Se les aparece una nube luminosa
de la cual sale una voz que les clama: “¡Escúchenlo!” (v. 5).
El Señor les recomienda no
contar lo sucedido hasta después de su resurrección (v. 9).
Vale la pena reflexionar sobre
cada una: Dios nos está buscando y quiere llevarnos aparte porque su deseo es
que conozcamos en la intimidad quién es en verdad el Cristo que decimos conocer. El Padre mismo
es quien pone a nuestra disposición a su Hijo Amado. ¡Cuánto amor hay en el
Padre por nosotros! Ni siquiera se
escatimó en entregárnoslo; ¡pero cuánto nos cuesta escucharlo! Él es la luz que ilumina todo camino. Es la
luz de la vida (Juan 8:12). Este Jesús, primero tendría que pasar el trago de
la muerte; pero no una simple muerte: fue un trago amargo de una pasión cruenta
y humillante.
Vida y muerte; muerte y
resurrección. ¿Queremos tener vida? Antes tenemos que morir al pecado y
resucitar con Cristo el Señor. Habrá un
antes y un después. Seguro que estos
tres hombres que presenciaron tan maravilloso espectáculo, no volvieron a ser
los mismos. Es tan fácil recibir el
amor, la ternura y la compasión del Señor, que es apacible estar a su lado. Por
eso ellos quisieron quedarse allí y le propusieron al Señor hacer tres tiendas:
una para su Señor, otra para Elías y otra para Moisés (v. 4)
Lo importante es que ahora
nosotros, hemos visto su luz y debemos estar atentos a escucharle. De esta manera morará por siempre en la
tienda de nuestro corazón demostrando al mundo que somos diferentes; que hay un
futuro promisorio que se llama Jesús de Nazaret.
Por eso para los que no le conocen:
“si escuchan hoy su voz no endurezcan el corazón” (Hebreos 3:15); esa voz es la
puerta que se abre para la salvación.
Amado Padre celestial: Gracias
por habernos permitido encontrar esa luz en Cristo Jesús, tu Hijo amado.
Gracias por la nueva vida que tenemos ahora con Él; enséñanos a estar siempre
atentos a su voz. Gracias porque has permitido que en nuestro corazón haya un
lugar para conocerte y desde allí nos contemplas con ternura y nos atraes con lazos
de ese amor que jamás se extingue.
Un abrazo y bendiciones.
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