Señor, no merezco que entres bajo mi techo. Pero basta con que digas una sola palabra, y mi siervo quedará sano.Mateo 8:8.
Lectura: Mateo 8:5-13. Versículo del día: Mateo 8:8.
MEDITACIÓN DIARIA
Definitivamente como lo
dijo el mismo Señor: Es admirable ver la fe del centurión. Entendía muy bien la autoridad de Jesús y
reconocía en Él, al Dios que si daba una orden, inmediatamente esta se
cumpliría.
La fe del centurión era
una fe sencilla; sin objetar ni preguntar absolutamente nada, que la hace
genuina por esto mismo. Con razón el Señor dice que tenemos que ser como niños:
los niños todo lo creen y van actuando sinceramente como lo más natural sin
poner obstáculos. Este soldado romano muy
seguramente por su ocupación no podía seguir al Señor como sus discípulos, pero
indudablemente tuvo que oír sobre su ministerio lleno de milagros. Simplemente
sabía que por donde pasaba curaba enfermos, echaba fuera demonios, calmaba
vientos y tempestades y no dudó en recurrir a Él para pedir clemencia por su
siervo.
¡Cuánto necesitamos una
fe como la del centurión! Seguro que si
la tuviéramos siquiera, tan grande como de un grano de mostaza, actuaríamos sin
cuestionar tanto y le daríamos a Dios el lugar exacto que le corresponde.
Amado Señor: Enséñanos
a verte como el Dios que todo lo puede y tiene la suficiente autoridad para
reprender enfermedades, demonios y tempestades. Queremos seguirte Señor y
aprender a acatar tus órdenes porque eres nuestro Comandante en Jefe, aliado, para
derrotar al enemigo.
Un abrazo y
bendiciones.
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