viernes, 30 de octubre de 2015

Una compañía que nadie desprecia



¡Dichosos tus súbditos! ¡Dichosos estos servidores tuyos, que constantemente están en tu presencia bebiendo de tu sabiduría! 
1 Reyes 10:8.


Lectura: 1 Reyes 10:1-13.  Versículo del día: 1 Reyes 10:8.

MEDITACIÓN DIARIA

La reina de Sabá fue a visitar a Salomón y probar ella misma con preguntas difíciles, la reputación que tenía sobre su sabiduría y su riqueza. Se quedó asombrada al comprobar que no solo Dios lo había bendecido con sabiduría sino que además de eso, vivía con un lujo y esplendor que posiblemente deleitaba. “Entonces le dijo al rey: ¡Todo lo que escuché en mi país acerca de tus triunfos y de tu sabiduría es cierto!  No podía creer nada de eso hasta que vine y lo vi con mis propios ojos. Pero en realidad, ¡no me habían contado ni siquiera la mitad! Tanto en sabiduría como en riqueza, superas todo lo que había oído decir” (vv. 6-7).  Además de eso dice algo muy cierto que es lo que resalto hoy: “¡Dichosos estos servidores tuyos, que constantemente están en tu presencia bebiendo de tu sabiduría!”. Y es que aunque no volvamos a ver otro con la sabiduría de Salomón, sí podemos encontrarnos con personas dotadas con ese don en menor escala y es con ellas que nos conviene andar y aprender de lo mucho que nos pueden dejar. Recordemos el dicho que: ‘Al que buen árbol se arrima, buena sombra le cobija’. No lo miremos por el lado material de lo que se recibiría de un rico o influyente; tomémoslo desde la perspectiva de la persona noble, tranquila, cordial, inteligente, con don de gentes que atrae, con amor hacia los demás que arrastra y por supuesto con una relación íntima con el Señor quien es en últimas, el dador de todas estas dádivas. ¿A quién no le gusta estar en su compañía? Es muy agradable encontrarse con una persona de esta talla y es mucho lo que podemos aprender a su lado.
Salomón le pidió sabiduría a Dios para conducir a su pueblo Dios se la concedió en abundancia. El apóstol Santiago en su Carta nos dice que: “Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie” (Santiago 1:5). Siendo un don tan necesario deberíamos tenerlo más en cuenta, no solo para beneficiarnos personalmente, sino para ofrecerla a los que nos rodean.

Amado Señor: Enséñanos a andar con personas sabias que ayuden a nuestra edificación y levanten cuando estamos caídos. También somos conscientes que nos falta mucha sabiduría en nuestro andar diario; te rogamos que nos des una buena dosis de ella y que sepamos administrarla de tal manera que el mundo vea algo diferente en nosotros y lleguen a tus pies. Gracias buen Señor porque sabemos que nos escuchas y estás atento a nuestras plegarias. Eres un Dios maravilloso e incomparable. ¡Te amamos bendito Dios!

Un abrazo y bendiciones. 

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