viernes, 16 de octubre de 2015

Me sostuvo para que aprendiera a sostener



El Señor omnipotente me ha concedido tener una lengua instruida, para sostener con mi palabra al fatigado. Todas las mañanas me despierta, y también me despierta el oído, para que escuche como los discípulos. 
Isaías 50:4.

Lectura: Isaías 50:4-11.  Versículo del día: Isaías 50:4.

MEDITACIÓN DIARIA

El Señor me ha dado tanto, que es deber mío compartirlo; por eso puedo decir que esta Palabra es para mí. Creo que nadie puede consolar si antes no ha sido consolado (). Cuando llegan los desiertos para cruzar, el cansancio, la fatiga y la sed nos invaden, pero precisamente no se andan porque sí. Hay un propósito en cada uno de ellos y tenemos que aprender a buscar siempre el rostro del Señor para entender, no el por qué sino el para qué nos permitió cruzarlo. Después con el tiempo, el Señor nos pone adelante personas que están en situaciones similares a las que vivimos amargamente, y es ahí donde nos toca empezar a compartir con base en la experiencia de aquello que pasamos. Ahí entendemos que si no hubiese sido así, no tendríamos palabras ni el denuedo para abrazar, consolar, orar y exhortar con amor. Me sostuvo, para que aprendiera a sostener.
Nuestra oración matutina se convierte en la mejor arma para enfrentar el día. Es en la mañana donde captamos más fácil los sonidos e inclusive en ocasiones, el cantar de los pajaritos se transforma en alabanza y adoración a nuestro Dios. Por todo esto, estamos sensibles a su voz y sus palabras hacen eco en nuestros corazones. Mi consejo es, nunca dejar a un lado el devocional diario. Allí pondremos ante el Señor, nuestras cargas, deseos, ruegos y  para que Él las lleve, y a la vez  recibimos el alimento que nos sostendrá. Somos sus discípulos así que a poner en práctica lo que hemos aprendido hoy. “Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos, y quedo a la espera de tu respuesta” (Salmo 5:3). Y así mañana tras mañana  sentimos su sostén.

Amado Señor: Abre nuestros oídos y aclara nuestra visión para no defraudarte y ser los discípulos que deseas que seamos para Ti. Escucha nuestros ruegos de la mañana y enséñanos a esperar tu tiempo. Seguro que es el mejor, porque Tú no te equivocas nunca. ¡Gracias buen Señor!

Un abrazo y bendiciones.

2 comentarios:

Mar dijo...

Así es... precioso. Muchas gracias por compartir.

Dora C. dijo...

Gracias por tu comentario Mar. Bendiciones.