miércoles, 14 de octubre de 2015

El Señor es nuestro escudo, fuerza y valor




Cuando cumpla con esto, me presentaré ante el rey, por más que vaya en contra de la ley. ¡Y si perezco, que perezca! 
Ester 4:16d.


Lectura: Ester 4:1-17.  Versículo del día: Ester 4:16d.

MEDITACIÓN DIARIA

Creo que Ester se debatía entre el temor y el valor. Tuvo que elegir cuál la llevaría a la victoria. Las palabras que Mardoqueo le había enviado, debieron calarle profundamente: “¡Quién sabe si no has llegado al trono precisamente para un momento como éste!” (v. 14), y por ellas tomó la resolución de elegir el valor. ¿Pero en las fuerzas de quién fue a presentarse ante el rey? Si vemos, antes convocó a un ayuno de tres días a todo el pueblo judío y ella hizo lo mismo (v. 16). Se presentaría ante el rey, en el nombre del Señor, fortalecida por Él y resueltamente dice: “¡Y si perezco, que perezca!”.
Igual vemos que hizo el rey Josafat, cuando los moabitas y amonitas le declararon guerra. Atemorizado se dispuso a buscar al Señor y proclamó ayuno en todo Judá (2 Crónicas 20:1-4). Cuando tenemos que afrontar situaciones difíciles lo mejor es acudir al que todo lo puede y pelea por nosotros: “Ahora bien —afirma el Señor —, vuélvanse a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos” (Joel 2:12). La reina Ester supo hacer lo correcto.
La reflexión es confiar plenamente en nuestro Dios, con la valentía que nos manda buscar: “Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas” (Josué 1:9). El miedo y las frustraciones nos desaniman; no debemos darle cabida al enemigo dejándonos llevar por estos sentimientos. Tenemos que volcarnos con seguridad; sabiendo que en cada paso que demos, el Señor estará ahí con nosotros. Él es nuestro escudo, fuerza y valor.

Amado Señor: Enséñanos también a buscar siempre la opción del valor. Aleja de nosotros todo temor, prevención o duda que nos zarandee, sabiendo que vas adelante ofreciéndonos el fruto de tu amor, porque en la perfección de tu amor no existe el temor. ¡Muchas gracias buen Dios!  

Un abrazo y bendiciones.

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