sábado, 31 de octubre de 2015

Comportémonos igual que desearíamos lo hicieran por nosotros




Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. 
Lucas 10: 33-34.


Lectura: Lucas 10:25-37.  Versículos del día: Lucas 10:33-34.

MEDITACIÓN DIARIA

Con esta parábola el Señor le enseñó al experto en la ley, lo que era en realidad el prójimo. Considero que son pocas las personas que de verdad saben amar como lo hizo el samaritano y que es la manera correcta de demostrar el amor al prójimo.
Cada vez, nos vamos volviendo más duros; o tal vez, es que la misma violencia nos va acostumbrando a observar las situaciones y a las personas como lo más normal, a pesar de ver cuánto mal se les hace alrededor. Esta parábola es una buena manera para preguntarnos si tratamos al prójimo como el Señor nos lo mandó. Es que no fue solamente que el samaritano se acercó a curarle las heridas y ya. Fue mucho más allá, porque: “lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó”. Aparte de esto, lo dejó recomendado en la posada, de tal manera que estaba dispuesto a pagar los gastos extras que demandara su estadía allí (v. 35).
Pongámonos la mano en el corazón y muy sinceramente preguntémonos si actuaríamos del mismo modo en una situación similar. Humm, yo creo que no. Todavía nos falta mucho amor, misericordia y compasión por los demás. Ahí es donde queda claro el versículo de: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (v. 27). Con razón el Señor dijo que no solamente era necesario amar a Dios con todo el corazón, con todas las fuerzas y toda la mente sino que también al prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:37-40). Reflexionemos sobre la enseñanza dejada en esta parábola y preguntémonos: ¿Si es esa clase de amor que ofrecemos? ¿Estaríamos dispuestos a amar de ese modo?

Amado Señor: Te pedimos perdón porque aun no sabemos amar del modo que Tú nos has pedido que lo hagamos. Te rogamos que dispongas nuestros corazones para que actuemos con misericordia y compasión por los que sufren; y que nos comportemos como quisiéramos que los demás lo hicieran con nosotros en situaciones similares. Gracias buen Señor.

Un abrazo y bendiciones.

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