lunes, 26 de octubre de 2015

Es un privilegio y un orgullo




Es abundante la cosecha —les dijo—, pero son pocos los obreros. Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que mande obreros a su campo. 
Lucas 10:2.


Lectura: Lucas 10:1-24.  Versículo del día: Lucas 10:2.

MEDITACIÓN DIARIA

La verdad, nunca le había puesto la atención debida a este pasaje y qué interesante qué es. El Señor Jesús envía de dos en dos a setenta y dos discípulos para que vayan adelante,  preparando el camino por donde Él iría. El Señor sabe que la cosecha es abundante pero que son pocos los segadores. Nosotros somos los encargados de ir a recoger esa cosecha ¡pero cuánto nos cuesta! Somos negligentes y hacemos caso omiso de la orden. No esperamos que nos escuchen cuando les llevemos las buenas noticias del reino de Dios. Considero que esto pasa por dos cosas: Una, nos falta fe y la otra, que vamos en nuestras propias capacidades y no en las del Señor.
Miremos que estos enviados obedecieron y volvieron felices de ver que el poder de Dios se manifestó en ellos hasta el punto que los demonios se les sometieron; sin embargo, el Señor les dice: “no se alegren de que puedan someter a los espíritus, sino alégrense de que sus nombres están escritos en el cielo” (v. 20). ¡Qué buena lección para aprender! Son importantes los dones del Espíritu Santo: sanar enfermos, echar fuera demonios, etc., pero es más importante que los nombres de todas esas personas sanadas espiritualmente, estén escritas en el Libro de la Vida.
Empecemos a compartir el mensaje de salvación. Es lo primordial. Dios se alegrará de nuestro servicio y nos permitirá ver su gloria reflejada en aquellos que llegarán a sus pies. Jesús oró dándole gracias al Padre por esto; hagámoslo igual nosotros:

Buen Dios, Señor del cielo y de la tierra: ¡Te exaltamos por tu grandeza y amor incomparables! Gracias porque nos miras como niños a quienes les has dado a conocer  tu Nombre y el de tu bendito Hijo Jesús. Te alabamos porque solamente por tu buena voluntad nos has permitido conocerte y a la vez proveernos de la sabiduría, el poder y el discernimiento para ir en busca de la cosecha que se está perdiendo. Haznos entender el privilegio que tenemos al ser útiles en la siega de tanta mies y el orgullo de saber que sus nombres estarán escritos en el cielo.

Un abrazo y bendiciones.

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