sábado, 10 de octubre de 2015

Ni somos más ni somos menos




Luego se enviaron los documentos por medio de los mensajeros a todas las provincias del rey con la orden de exterminar, matar y aniquilar a todos los judíos —jóvenes y ancianos, mujeres y niños— y saquear sus bienes en un solo día: el día trece del mes duodécimo, es decir, el mes de adar. 
Ester 3:13.


Lectura: Ester 3:1-15.  Versículo del día: Ester 3:13.

MEDITACIÓN DIARIA

¿Hasta dónde llega el orgullo, la prepotencia y el resentimiento en una persona?  Amán, funcionario del rey Asuero quien reinaba sobre ciento veintisiete provincias, no podía aceptar que Mardoquedo el primo de Ester, no se arrodillara ante él ni le rindiera homenaje. Por lo anterior aconsejado por los servidores de palacio y al enterarse que Mardoqueo era judío quiso no solamente matarlo a él, sino exterminar a todo el pueblo judío que vivía por todo el reino de Asuero. Amán se ganó la confianza del rey y éste le hizo caso en sus pretensiones, por lo cual parece que cada día se sentía más importante y a la vez irreemplazable. Todo esto colmó su ego y poco a poco fue maquinando el plan contra Mardoqueo (vv. 2-10).
¡Qué triste es saber que andan tantos Amán por el mundo! E incluso muchos que se dicen cristianos actúan dejándose llevar por iras y resentimientos que si nos ponemos a analizar fueron ocasionados por leves faltas. Y es que así sean graves, el Señor nos mandó a perdonar y no a vengarnos siendo crueles y despiadados como Amán. No dejemos que en nuestro corazón se siembren la discordia y los odios. No nos envanezcamos sea cual sea la posición que ocupemos; miremos a los demás con el sabido respeto y con misericordia. Amán, como se ve más adelante cayó víctima de su propio invento. La lección es clara: “El Señor es excelso, pero toma en cuenta a los humildes y mira de lejos a los orgullosos” (salmo 138:6); “Todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Lucas 14:11).
Oremos porque el Señor ablande los corazones endurecidos y aprendamos a vivir tal como somos; sin creernos más que los demás ni menos tampoco (Romanos 12:3).

Amado Señor: Gracias por tu Palabra y entender que debemos forzarnos por respetar siempre a nuestro prójimo. Tú nos miras a todos de un mismo modo; permite que nosotros marquemos la diferencia y nos comportemos de acuerdo a lo que somos: con cordura, prudencia y sensatez.

Un abrazo y bendiciones.

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