Luego se enviaron los documentos por medio de los mensajeros a todas las provincias del rey con la orden de exterminar, matar y aniquilar a todos los judíos —jóvenes y ancianos, mujeres y niños— y saquear sus bienes en un solo día: el día trece del mes duodécimo, es decir, el mes de adar.Ester 3:13.
Lectura: Ester
3:1-15. Versículo del día: Ester 3:13.
MEDITACIÓN DIARIA
¿Hasta dónde llega el
orgullo, la prepotencia y el resentimiento en una persona? Amán, funcionario del rey Asuero quien
reinaba sobre ciento veintisiete provincias, no podía aceptar que Mardoquedo el
primo de Ester, no se arrodillara ante él ni le rindiera homenaje. Por lo
anterior aconsejado por los servidores de palacio y al enterarse que Mardoqueo
era judío quiso no solamente matarlo a él, sino exterminar a todo el pueblo
judío que vivía por todo el reino de Asuero. Amán se ganó la confianza del rey
y éste le hizo caso en sus pretensiones, por lo cual parece que cada día se
sentía más importante y a la vez irreemplazable. Todo esto colmó su ego y poco
a poco fue maquinando el plan contra Mardoqueo (vv. 2-10).
¡Qué triste es saber
que andan tantos Amán por el mundo! E incluso muchos que se dicen cristianos
actúan dejándose llevar por iras y resentimientos que si nos ponemos a analizar
fueron ocasionados por leves faltas. Y es que así sean graves, el Señor nos
mandó a perdonar y no a vengarnos siendo crueles y despiadados como Amán. No
dejemos que en nuestro corazón se siembren la discordia y los odios. No nos envanezcamos
sea cual sea la posición que ocupemos; miremos a los demás con el sabido
respeto y con misericordia. Amán, como se ve más adelante cayó víctima de su
propio invento. La lección es clara: “El Señor es excelso, pero toma en cuenta
a los humildes y mira de lejos a los orgullosos” (salmo 138:6); “Todo el que a
sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Lucas
14:11).
Oremos porque el Señor
ablande los corazones endurecidos y aprendamos a vivir tal como somos; sin creernos
más que los demás ni menos tampoco (Romanos 12:3).
Amado Señor: Gracias
por tu Palabra y entender que debemos forzarnos por respetar siempre a nuestro
prójimo. Tú nos miras a todos de un mismo modo; permite que nosotros marquemos
la diferencia y nos comportemos de acuerdo a lo que somos: con cordura,
prudencia y sensatez.
Un abrazo y
bendiciones.
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