Cuando Abner regresó a Hebrón, Joab lo llevó aparte a la entrada de la ciudad, como para hablar con él en privado. Allí lo apuñaló en el vientre, y Abner murió.2 Samuel 3:27.
Lectura: 2 Samuel
3:6-39. Versículo del día: 2 Samuel
3:27.
MEDITACIÓN DIARIA
Siempre han existido
las guerras, las rivalidades, las envidias y los odios. Abner era el jefe del
ejército de Saúl y Joab el de David. Después de la muerte del rey Saúl, Abner
fue quien más abogó para que no se reconociera a David como rey de todo Israel.
Sin embargo, pasado un tiempo, quiso remediar su error porque él sabía que
David había sido ungido por Dios para guiar no solo a Judá sino a todo el
pueblo de Israel; así que lo visitó. Con motivo de su visita, David ofreció un
banquete para Abner y sus hombres. Joab regresaba con sus soldados de una de
sus campañas y le contaron la actuación de David y seguramente llevado por los
celos, la envidia, el rencor y la venganza entre otras cosas (Abner había
matado a su hermano Asael), con engaños lo llevó a un lugar solitario y le
propinó la muerte (vv. 12-27).
Una vez más nos
demuestran Las Escrituras con hechos concretos, cuánto necesita el ser humano a
Dios. Del corazón del hombre no salen sino: “inmoralidad sexual, impureza y
libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira,
rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras
cosas parecidas” (Gálatas 5:19-21), que son las obras de la naturaleza
pecaminosa que todos tenemos por la
caída de Adán y que no nos permitirán heredar el reino de Dios.
Por toda esa naturaleza
pecaminosa vino Jesús al mundo; para redimirnos de ese pecado y darnos nueva
vida con Él en el Espíritu. De ahí que todos necesitemos al Señor Jesucristo;
de lo contrario así no lo admitamos, vamos a conseguir la condenación eterna. Reflexionemos
sinceramente y meditemos sobre qué lado de la balanza nos encontramos, y
aceptemos lo que Cristo vino a hacer por nosotros: entreguémosle el trono a Él.
Amado Señor: Gracias
porque necesitamos de Ti para poder encontrar la libertad espiritual que
anhelamos y desechar toda la maldad que se encuentra depositada en nuestros
corazones. Gracias por el pago y rescate que hiciste en esa cruz por nosotros,
sin merecerlo Tú. Te rogamos que vengas a sentarte en el trono de nuestras vidas
y cambies tanta podredumbre por el bálsamo de tu presencia. Gracias porque
sabemos que si te lo pedimos confiadamente, Tú lo haces.
Un abrazo y
bendiciones.
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