Al ver esto, los discípulos se indignaron. ¿Para qué este desperdicio? —dijeron—. Podía haberse vendido este perfume por mucho dinero para darlo a los pobres.Mateo 26:8-9.
Lectura: Mateo 26:6-13. Versículos del día: Mateo 26:8-9.
MEDITACIÓN DIARIA
El pasaje habla de la mujer que
unge al Señor en Betania con un perfume
muy caro y a sus discípulos les pareció que esto era un desperdicio.
Personalmente, al analizar por qué reaccionaron de esta manera, me hace pensar
que ellos no eran auténticos; que seguían al Señor pero no estaban plenamente
convencidos de su identidad como Dios y de su firmeza en seguirle. De lo
contrario habrían volcado todo su amor y adoración en Él, sin preguntar
siquiera los porqués. Además la envidia y la codicia también hacían sus
estragos.
En el mundo actual, nos dejamos
llevar más por las apariencias que por lo que en realidad somos. Y no hablo de
las apariencias de otros; hablo de nosotros mismos que en ocasiones queremos
aparentar otra cosa bien diferente; o hablamos mentirosamente solo por el
momento y no quedar mal, cuando en realidad eso no es lo que queremos o
sentimos. En una palabra, nos falta autenticidad y como obramos así, entonces
dudamos del cariño y bondad de los que nos rodean. Como bien dice el dicho: “El
que las usa las imagina”. Cambiemos nuestro parecer y empecemos a actuar bajo
las reglas estrictas de Dios, demostrando ante todo su amor incomparable sin dejarnos arrastrar por la deshonestidad. “He
visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia
del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu” (Eclesiastés 4:4 RVR1960). Así
mismo, no importa que nos llamen fanáticos o nos tilden de locos cuando actuamos
movidos por el amor a nuestro Dios, quien en verdad merece mucho más que un
frasco del mejor perfume.
Amado Señor: Enséñanos a no ser
hipócritas y aparentar que todo está bien, cuando en realidad, eso no es lo que
sentimos. Queremos ser auténticos y hablar sinceramente sin dejar que el odio,
la envidia y la avaricia nos consuman. Y buen Señor, permite que todo lo que
hagamos sea para honrar tu Nombre; ¡Tú lo mereces! Ni siquiera un frasco del
mejor perfume es capaz de llenar tu divinidad.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario