viernes, 12 de junio de 2015

Recordar que en Cristo somos más que vencedores




Entonces les respondí: No se asusten ni les tengan miedo.  El Señor su Dios marcha al frente y peleará por ustedes, como vieron que lo hizo en Egipto  y en el desierto. Por todo el camino que han recorrido, hasta llegar a este lugar, ustedes han visto cómo el Señor su Dios los ha guiado, como lo hace un padre con su hijo. 
Deuteronomio 1:29-31.


Lectura: Deuteronomio 1:1-46.  Versículos del día: Deuteronomio 1:29-31.

MEDITACIÓN DIARIA

Moisés les está recordando a los israelitas todo lo que el Señor hizo desde que salieron de Egipto y cómo ellos no obedecieron la orden ni confiaron en su Dios.
Tengo que confesar que a mí, me ha sucedido en ocasiones lo mismo. He visto la gloria de Dios en mi vida y por situaciones muchísimo más pequeñas me acobardo y temo. He tenido que pedirle perdón al Señor y a la vez preguntarme: ¿por qué actuamos así?; llegando a la conclusión que la naturaleza pecaminosa siempre está presente para trancarnos. “Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo” (Romanos 7:18). Al final de cuentas el pecado entró por el engaño de Satanás y desde ahí, él no pierde oportunidad para tomar partida con nosotros. El apóstol Pablo se preguntaba y él mismo obtenía la respuesta: “¿Quién me librará de este cuerpo mortal? ¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!” (Romanos 7:24-25). El enemigo sabe que ya no le pertenecemos; que desde el momento en que aceptamos al Señor Jesucristo en nuestras vidas, somos de Él y que nada ni nadie nos separará de su amor (Romanos 8:35-39). Sin embargo, instiga e instiga hasta alcanzar su objetivo de vernos desesperanzados; pero gracias a Dios que más poderoso es el que está en mí, que el que está en el mundo (1 Juan 4:4). Esa es la ventaja que tenemos sobre el pueblo de Israel: ¡Nuestro Redentor ya vino! ¡Gloria a Dios!
En estas situaciones hay que vencer al enemigo con la misma Palabra de Dios. Esa fue la manera como Jesús se lo quitó de encima cuando fue tentado en el desierto (Mateo 4), y por eso es tan importante conocer y aprender la Biblia para usarla en los momentos de ataque.

Amado Señor Jesús: Una vez más reconocemos que sin Ti no somos nada. Que ya hemos vencido, porque venciste a Satanás. Venciste la muerte y resucitaste para darnos vida y vida eterna contigo. Gracias buen Señor por tantas maravillas que nos has regalado. Gracias porque terminarás la buena obra que empezaste en cada uno de nosotros hasta llevarnos a tu lado. ¡Te amamos Señor! ¡Gloria a Ti, Dios Santo y Verdadero!
Un abrazo y bendiciones,
Dora C.

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