lunes, 29 de junio de 2015

No se puede jugar con candela




Nadie entre los tuyos deberá sacrificar a su hijo o hija en el fuego; ni practicar adivinación, brujería o hechicería; ni hacer conjuros, servir de médium espiritista o consultar a los muertos. 
Deuteronomio 18:10-11.


Lectura: Deuteronomio 18:9-13.  Versículos del día: Deuteronomio 18:10-11.

MEDITACIÓN DIARIA

Es muy importante hablar de este tema porque es necesario saber y entender que Dios es un Dios celoso y que recurrir a estas prácticas es abominación total porque se está adulterando contra el Señor. La Biblia lo llama prostituirse: “También me pondré en contra de quien acuda a la nigromancia y a los espiritistas, y por seguirlos se prostituya” (Levítico 20:6). La hechicería es un obra de la carne (Gálatas 5:20), detestable, sucia e impura y la Iglesia del Señor tiene que estar limpia, pura y resplandeciente. Hay que hablar de este pecado abominable para que en nuestras congregaciones suceda como cuando Pablo predicaba en Éfeso “Muchos de los que habían creído llegaban ahora y confesaban públicamente sus prácticas malvadas. Un buen número de los que practicaban la hechicería juntaron sus libros en un montón y los quemaron delante de todos. Cuando calcularon el precio de aquellos libros, resultó un total de cincuenta mil monedas de plata” (Hechos 19:18-19). Eso era bastante plata en ese tiempo y sin embargo, ellos lo hicieron. Más adelante vemos la consecuencia de esta obediencia: “Así la palabra del Señor crecía y se difundía con poder arrollador” (Hechos 19:20).  Varios creen que leer el horóscopo o involucrarse así sea por juego con la tabla ouija, leer las cartas, el pocillo, ir donde el indio amazónico o el chamán de turno no tienen nada que ver con su espiritualidad, pero les digo sinceramente, que están jugando con candela y hay que dejar esto cuanto antes.
Meditemos en esta orden dada desde el Antiguo Testamento. Quizá las iglesias están estancadas o sin ver fluir el poder del Espíritu Santo porque sus seguidores no están obrando correctamente.

Amado Señor: Pon la verdad de tu Palabra en nuestro corazón como espada de dos filos que penetre hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos para que aprendamos a confesarte y proclamarte como el único Dios Santo y Verdadero que eres. No queremos profanar tu Nombre ni seguir las prácticas del mundo caído. Muéstranos Señor el engaño de Satanás para desviarnos del camino tuyo y permite que sea tu Santo Espíritu quien nos convenza de ese pecado que es para Ti aborrecible.  Gracias buen Señor.

Un abrazo y bendiciones.

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