Nadie entre los tuyos deberá sacrificar a su hijo o hija en el fuego; ni practicar adivinación, brujería o hechicería; ni hacer conjuros, servir de médium espiritista o consultar a los muertos.Deuteronomio 18:10-11.
Lectura: Deuteronomio
18:9-13. Versículos del día:
Deuteronomio 18:10-11.
MEDITACIÓN DIARIA
Es muy importante
hablar de este tema porque es necesario saber y entender que Dios es un Dios
celoso y que recurrir a estas prácticas es abominación total porque se está
adulterando contra el Señor. La Biblia lo llama prostituirse: “También me
pondré en contra de quien acuda a la nigromancia y a los espiritistas, y por
seguirlos se prostituya” (Levítico 20:6). La hechicería es un obra de la carne
(Gálatas 5:20), detestable, sucia e impura y la Iglesia del Señor tiene que
estar limpia, pura y resplandeciente. Hay que hablar de este pecado abominable
para que en nuestras congregaciones suceda como cuando Pablo predicaba en Éfeso
“Muchos de los que habían creído llegaban ahora y confesaban públicamente sus
prácticas malvadas. Un buen número de los que practicaban la hechicería
juntaron sus libros en un montón y los quemaron delante de todos. Cuando
calcularon el precio de aquellos libros, resultó un total de cincuenta mil
monedas de plata” (Hechos 19:18-19). Eso era bastante plata en ese tiempo y sin
embargo, ellos lo hicieron. Más adelante vemos la consecuencia de esta
obediencia: “Así la palabra del Señor crecía y se difundía con poder arrollador”
(Hechos 19:20). Varios creen que leer el
horóscopo o involucrarse así sea por juego con la tabla ouija, leer las cartas,
el pocillo, ir donde el indio amazónico o el chamán de turno no tienen nada que
ver con su espiritualidad, pero les digo sinceramente, que están jugando con
candela y hay que dejar esto cuanto antes.
Meditemos en esta orden
dada desde el Antiguo Testamento. Quizá las iglesias están estancadas o sin ver
fluir el poder del Espíritu Santo porque sus seguidores no están obrando correctamente.
Amado Señor: Pon la verdad
de tu Palabra en nuestro corazón como espada de dos filos que penetre hasta lo más
profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos para que
aprendamos a confesarte y proclamarte como el único Dios Santo y Verdadero que
eres. No queremos profanar tu Nombre ni seguir las prácticas del mundo caído.
Muéstranos Señor el engaño de Satanás para desviarnos del camino tuyo y permite
que sea tu Santo Espíritu quien nos convenza de ese pecado que es para Ti aborrecible. Gracias buen Señor.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario