lunes, 15 de junio de 2015

Lo que somos será lo que enseñaremos




¡Pero tengan cuidado! Presten atención y no olviden las cosas que han visto sus ojos, ni las aparten de su corazón mientras vivan. Cuéntenselas a sus hijos y a sus nietos. 
Deuteronomio 4:9.


Lectura: Deuteronomio 4:1-14.  Versículo del día: Deuteronomio 4:9.

MEDITACIÓN DIARIA

Como somos desagradecidos y olvidadizos, con el tiempo podemos dejar a un lado, no solamente lo que hemos aprendido, sino igualmente las manifestaciones del poder de Dios obrando en nuestras vidas. Para que esto no ocurra, la relación con el Señor debe de estar plantada en nuestros corazones, con los buenos cimientos de sus enseñanzas y como el mejor tesoro apreciado: “En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti” (Salmo 119:11). Todo lo que hemos visto, oído y lo que ha hecho a nuestro favor servirán de testimonio para transmitirlo a las generaciones venideras: “Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalas a tus manos como un signo; llévalas en tu frente como una marca;  escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades” (Deuteronomio 6:6-9). Esta es la tarea que Dios nos manda realizar con nuestros hijos y a la que debemos poner mucha atención en obedecer.
Aparte, personalmente mi ruego al Señor es igual al del salmista: “Tú, oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, y aún hoy anuncio todos tus prodigios. Aun cuando sea yo anciano y peine canas, no me abandones, oh Dios, hasta que anuncie tu poder a la generación venidera, y dé a conocer tus proezas a los que aún no han nacido” (Salmo 71:17-18). Considero que tengo tanto para contarles, que mi deseo es tener a mis nietos en el canto e ir hablándoles de mi Dios, Señor y Salvador. Por eso, lo que somos, será lo que enseñemos.

Amado Señor: Llévanos de tu mano y no nos dejes caer; enséñanos a obedecer todo lo ordenado para que de ese modo podamos también transmitir a los que vienen, la riqueza de conocerte y tenerte como el Dios todopoderoso, misericordioso y amoroso que eres. ¡Gracias por tu Palabra buen Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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