miércoles, 3 de junio de 2015

No prometer a la ligera




 —Aunque tenga que morir contigo —insistió Pedro—, jamás te negaré. Y los demás discípulos dijeron lo mismo. 
Mateo 26:35.


Lectura: Mateo 26:31-35.  Versículo del día: Mateo 26:35.

MEDITACIÓN DIARIA

Cuántas veces hablamos por hablar sin tener en cuenta lo que decimos y con lo cual nos estamos comprometiendo. Otras, hacemos alarde de nuestro saber y entender y por esto nos consideramos fuertes, creyendo que somos una roca inamovible. Lo triste es que no cumplimos lo que prometemos; ni es nuestra sabiduría lo que pensábamos, y mucho menos somos los invencibles. “Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer” (1 Corintios 10:12). Un ejemplo muy claro de nuestra condición humana nos lo deja Pedro. Había caminado al lado de Jesús por tres años; había sido testigo de milagro tras milagro; había escuchado directamente la voz del Padre diciendo que Él era su Hijo amado (Mateo 17:5), y sin embargo, no pudo cumplir lo prometido. Por eso es mucho mejor no prometer, que prometer y no cumplir. “No te apresures, ni con los labios ni con el pensamiento, a hacer promesas a Dios, pues Dios está en el cielo y tú en la tierra. Por eso, habla lo menos que puedas” (Eclesiastés 5:2). Deberíamos tener muy en cuenta ese: “Por eso, habla lo menos que puedas”; porque el hablar tanto, nos deja consecuencias graves.
El versículo del día dice que los demás discípulos dijeron lo mismo que Pedro y si vemos, ninguno lo cumplió. Recapacitemos y meditemos también cuántas veces hemos actuado del mismo modo. No solo pensemos en lo que le hemos ofrecido al Señor; también miremos el asunto bajo los parámetros con el prójimo. En cualquiera de los dos casos es mentira y engaño, aunque personalmente considero que si se trata del Señor, es peor la falta. Es insensato e inmaduro prometer y no cumplir.

Amado Señor: Nos presentamos delante de Ti, para que a través de tu Santo Espíritu nos muestres las veces que te hemos fallado por la ligereza de nuestra boca. Perdónanos y enséñanos a ser prudentes contigo primero que todo, para que así nos acostumbremos y tampoco engañemos a nuestros semejantes. Gracias buen Dios.

Un abrazo y bendiciones.
  

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