—Aunque tenga que morir contigo —insistió Pedro—, jamás te negaré. Y los demás discípulos dijeron lo mismo.Mateo 26:35.
Lectura: Mateo 26:31-35. Versículo del día: Mateo 26:35.
MEDITACIÓN DIARIA
Cuántas veces hablamos por hablar
sin tener en cuenta lo que decimos y con lo cual nos estamos comprometiendo.
Otras, hacemos alarde de nuestro saber y entender y por esto nos consideramos
fuertes, creyendo que somos una roca inamovible. Lo triste es que no cumplimos
lo que prometemos; ni es nuestra sabiduría lo que pensábamos, y mucho menos
somos los invencibles. “Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga
cuidado de no caer” (1 Corintios 10:12). Un ejemplo muy claro de nuestra
condición humana nos lo deja Pedro. Había caminado al lado de Jesús por tres
años; había sido testigo de milagro tras milagro; había escuchado directamente
la voz del Padre diciendo que Él era su Hijo amado (Mateo 17:5), y sin embargo,
no pudo cumplir lo prometido. Por eso es mucho mejor no prometer, que prometer
y no cumplir. “No te apresures, ni con los labios ni con el pensamiento, a
hacer promesas a Dios, pues Dios está en el cielo y tú en la tierra. Por eso,
habla lo menos que puedas” (Eclesiastés 5:2). Deberíamos tener muy en cuenta
ese: “Por eso, habla lo menos que puedas”; porque el hablar tanto, nos deja
consecuencias graves.
El versículo del día dice que
los demás discípulos dijeron lo mismo que Pedro y si vemos, ninguno lo cumplió.
Recapacitemos y meditemos también cuántas veces hemos actuado del mismo modo. No
solo pensemos en lo que le hemos ofrecido al Señor; también miremos el asunto
bajo los parámetros con el prójimo. En cualquiera de los dos casos es mentira y
engaño, aunque personalmente considero que si se trata del Señor, es peor la
falta. Es insensato e inmaduro prometer y no cumplir.
Amado Señor: Nos presentamos
delante de Ti, para que a través de tu Santo Espíritu nos muestres las veces
que te hemos fallado por la ligereza de nuestra boca. Perdónanos y enséñanos a
ser prudentes contigo primero que todo, para que así nos acostumbremos y
tampoco engañemos a nuestros semejantes. Gracias buen Dios.
Un abrazo y bendiciones.
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