Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad.Lucas 2:14.
Lectura:
Lucas 2:8-20. Versículo del día: Lucas
2:14.
Mi
buen Jesús: Mis pensamientos evocan el momento de tu nacimiento y sin estar
presente imagino esa noche larga y lúgubre en sus primeras horas para María y
José. Pero bastó solo un instante para que con tu llegada todo cambiara y el
cielo se llenara de luz y resplandor. Las estrellas bailaban a tu alrededor y
la principal, anunciaba que ahí posaba el Niñito que eras Tú. Me imagino ese
establo lúgubre, maloliente, oscuro y frío dar un vuelco victorioso y los rayos
luminosos de tus ojos, resplandeciendo sobre las pajas y el heno que te
abrigaban. Como hubiese querido estar a tu lado para arrullarte mi Niñito; para
tararearte canciones de cuna y adorarte no con ofrendas de oro, incienso y
mirra, sino con mis manos, mis pies, mis labios y mi corazón. ¿Cómo poder
entender lo que pasó esa noche? Ninguna mente puede imaginar la alegría del
Padre celestial, complacido por empezar la obra redentora de la humanidad.
Como
decía el villancico que aprendí desde pequeña: Sí. — ¡Ruido
y más ruido; toquen las panderetas porque la profecía ya se ha cumplido! ¡Si lo
vemos entre pajas junto a un buey, algún día lo veremos en la gloria como un
Rey! —
Un
abrazo y bendiciones.
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