jueves, 11 de diciembre de 2014

Dios con nosotros para salvación de la humanidad




Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel. 
Isaías 7:14 (VRV).


Lectura: Isaías 7:1-16 (VRV).  Versículo del día: Isaías 7:14.

MEDITACIÓN DIARIA

Tomé la lectura y el versículo en especial de la Versión Reina Valera, porque me parece importantísimo resaltar que el Señor Jesús nació de una mujer joven pero virgen. La Biblia dice que María no había conocido varón alguno (Lucas 1:34), cuando el ángel Gabriel le anunció el nacimiento de Jesús por obra del Espíritu Santo.
Próximamente celebraremos la Navidad; la profecía de más o menos siete siglos antes se cumpliría. Su nombre sería Emmanuel que significa ‘Dios con nosotros’ (Mateo 1:23).  Emmanuel, Dios con nosotros vino a este mundo en forma humana y le conocemos con el nombre de Jesús, tal y como el ángel Gabriel le trasmitió la orden tanto a María (Lucas 1:31), como a José: “porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. (Mateo 1:21). Jesús es el Mesías, el Ungido de Dios, el Redentor de la humanidad, el Cristo crucificado. Por eso es tan importante su nacimiento; Él es la luz de la humanidad que resplandece en las tinieblas “y las tinieblas no han podido extinguirla” (Juan 1:5).  El ‘Dios con nosotros’ se convierte en el libertador de nuestros pecados. Todos desde Adán estamos atados al pecado, por eso Dios tuvo que enviar a su propio Hijo Amado para que nos librara de las garras del infierno. Todo aquel que cree en el nombre del Hijo de Dios será salvo (Juan 3:16); y todo el que lo recibe entra a formar parte de la familia de Dios (Juan 1:12). Jesús es nuestro Salvador (Lucas 2:11); es la Verdad que nos hará libres (Juan 8:31) del yugo del pecado.
¡Tanto favor de Dios por nosotros no podemos desperdiciarlo! Es el momento propicio a la celebración de su nacimiento que destronemos el ego que no nos permite darle a Jesús el sitio que le corresponde en nuestra vida. Vino a estar con nosotros y ese es su deseo: que nadie se pierda sino que todos lleguen al arrepentimiento (2 Pedro 3:9). “De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos” (Hechos 4:12). Aceptemos a Jesús en nuestras vidas.

Amado Jesús: Gracias por venir al mundo y darnos a conocer la obra redentora de Dios por tu sacrificio en la cruz. Gracias porque nos has permitido conocerte y creer firmemente en tus palabras. Gracias por todos los que leen este devocional y ahora te aceptan como Señor y Salvador personal. Gracias porque por tu nacimiento tenemos ahora la vida eterna a tu lado. ¡Eres el Gran Yo Soy, el Salvador de la humanidad! Estamos tan agradecidos contigo que no tenemos palabras para expresártelo. Recibe nuestra oración buen Señor.

Un abrazo y bendiciones.

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