lunes, 8 de diciembre de 2014

Estiras tu brazo para nuevamente subirnos a la barca




—Señor, si eres tú —respondió Pedro—, mándame que vaya a ti sobre el agua. 
Mateo 14:28.


Lectura: Mateo 14:22-32.  Versículo del día: Mateo 14:28.

MEDITACIÓN DIARIA

El agua nos está llegando al cuello y sentimos que nos hundimos. Miramos a lado y lado sin ver absolutamente nada. Tal vez conocemos al Señor pero lo tenemos como algo lejano, como un mito o como lo vieron sus discípulos: un fantasma (v. 25), que aparece y desaparece. La barca de nuestra vida tiene miedo, frustración, debilidad, abatimiento. Se nos ha olvidado que con nosotros mora el Todopoderoso, el Rey y Señor del universo entero. Igual que Pedro también, quizá sin fuerza alguna, cuando recordamos en quién hemos creído, escuchamos su voz que dice: ¡Cálmate! No tengas miedo (v. 27). Y definitivamente, volvemos nuevamente a decir: ¿A quién iré Señor? ¡Solamente tú tienes palabras de vida eterna! (Juan 6:68). Porque es verdad; en los momentos de adversidad y de crisis podemos probar una cosa u otra, pero esto tan superficial e iluso nos dejará más vacíos e incertidumbres, hasta hacernos despertar y reaccionar buscando al único que puede extender su brazo misericordioso y sacarnos a flote.  ¿Por qué miramos hacia el fondo y nos dejamos hundir? ¿Por qué dudamos? ¿Dónde está nuestra fe? No dudemos del que extiende su brazo para nuevamente subirnos a la barca.

Amado Señor: Si no vamos en pos de ti ¿a quién podemos buscar? A pesar de sentir que nos ahogamos por haber quitado la mirada de tu rostro, tu mano misericordiosa se estira para atraernos y remontar de nuevo hacia la barca. ¡Cuánto amor nos prodigas! Gracias buen Señor.

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios:

Hazme entender que exclusivamente dependo de Ti

Señor, recuérdame lo breve que será mi tiempo sobre la tierra. Recuérdame que mis días están contados, ¡y cuán fugaz es mi vida! La vida que...