—Señor, si eres tú —respondió Pedro—, mándame que vaya a ti sobre el agua.Mateo 14:28.
Lectura: Mateo
14:22-32. Versículo del día: Mateo
14:28.
MEDITACIÓN DIARIA
El agua nos está
llegando al cuello y sentimos que nos hundimos. Miramos a lado y lado sin ver
absolutamente nada. Tal vez conocemos al Señor pero lo tenemos como algo
lejano, como un mito o como lo vieron sus discípulos: un fantasma (v. 25), que
aparece y desaparece. La barca de nuestra vida tiene miedo, frustración,
debilidad, abatimiento. Se nos ha olvidado que con nosotros mora el
Todopoderoso, el Rey y Señor del universo entero. Igual que Pedro también,
quizá sin fuerza alguna, cuando recordamos en quién hemos creído, escuchamos su
voz que dice: ¡Cálmate! No tengas miedo (v. 27). Y definitivamente, volvemos
nuevamente a decir: ¿A quién iré Señor? ¡Solamente tú tienes palabras de vida
eterna! (Juan 6:68). Porque es verdad; en los momentos de adversidad y de
crisis podemos probar una cosa u otra, pero esto tan superficial e iluso nos
dejará más vacíos e incertidumbres, hasta hacernos despertar y reaccionar
buscando al único que puede extender su brazo misericordioso y sacarnos a
flote. ¿Por qué miramos hacia el fondo y
nos dejamos hundir? ¿Por qué dudamos? ¿Dónde está nuestra fe? No dudemos del
que extiende su brazo para nuevamente subirnos a la barca.
Amado Señor: Si no
vamos en pos de ti ¿a quién podemos buscar? A pesar de sentir que nos ahogamos
por haber quitado la mirada de tu rostro, tu mano misericordiosa se estira para
atraernos y remontar de nuevo hacia la barca. ¡Cuánto amor nos prodigas! Gracias
buen Señor.
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario