martes, 2 de diciembre de 2014

La seguridad de una vida eterna a su lado




Y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su Hijo.  El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. 
1 Juan 5:11-12.


Lectura: 1 Juan 5:1-15.  Versículos del día: 1 Juan 5:11-12.

MEDITACIÓN DIARIA

Muchos creen que se muere y ahí termina todo. La Palabra de Dios dice que tendremos vida eterna si tenemos a Cristo; y este don es solamente por su gracia. No es que nosotros no hayamos pecado; somos tan pecadores como todos los demás. La diferencia es que al aceptarlo, también hemos reconocido que hubiera sido nuestro sustituto por todos los pecados y el Señor ya nos justificó. El cielo va a estar lleno de pecadores, pero pecadores arrepentidos, justificados por la sangre de Cristo Jesús.
El Señor dice en Apocalipsis 3:20 que si le abrimos la puerta Él entra a morar con nosotros y su promesa se cumple porque el Señor no es mentiroso. Si lo hemos invitado, Dios nos ha dado vida eterna. La vida eterna es un privilegio exclusivo de los hijos de Dios (Juan 1:12). Si sabemos que tenemos tan enorme privilegio, entonces busquemos las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha del Padre. Nuestra vida está escondida en Cristo, para después ser manifestados con Él en gloria (Colosenses 3:1-4).  Dejemos que sea Cristo quien se mueva por nosotros: Hemos sido crucificados juntamente con Él “y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí” (Gálatas 2:20).  Desplacemos el ego que nos invade y permitámosle al Señor sentarse en el trono, para que todos nuestros afanes y triunfos sean dispuestos en el orden suyo, mientras llegamos a la patria celestial.

Amado Señor: Te damos gracias por la certeza que nos das de una vida eterna juntamente contigo. Gracias porque esa bendita esperanza se convierte en el motor para aceptar aquí en la tierra tus designios y desear agradarte en todo lo que hacemos. ¡Te alabamos Señor y te damos toda la honra y la gloria!

Un abrazo y bendiciones.

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