Y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.1 Juan 5:11-12.
Lectura: 1 Juan
5:1-15. Versículos del día: 1 Juan
5:11-12.
MEDITACIÓN DIARIA
Muchos creen que se
muere y ahí termina todo. La Palabra de Dios dice que tendremos vida eterna si
tenemos a Cristo; y este don es solamente por su gracia. No es que nosotros no
hayamos pecado; somos tan pecadores como todos los demás. La diferencia es que
al aceptarlo, también hemos reconocido que hubiera sido nuestro sustituto por
todos los pecados y el Señor ya nos justificó. El cielo va a estar lleno de
pecadores, pero pecadores arrepentidos, justificados por la sangre de Cristo Jesús.
El Señor dice en
Apocalipsis 3:20 que si le abrimos la puerta Él entra a morar con nosotros y su
promesa se cumple porque el Señor no es mentiroso. Si lo hemos invitado, Dios
nos ha dado vida eterna. La vida eterna es un privilegio exclusivo de los hijos
de Dios (Juan 1:12). Si sabemos que tenemos tan enorme privilegio, entonces
busquemos las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha del
Padre. Nuestra vida está escondida en Cristo, para después ser manifestados con
Él en gloria (Colosenses 3:1-4). Dejemos
que sea Cristo quien se mueva por nosotros: Hemos sido crucificados juntamente
con Él “y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el
cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí”
(Gálatas 2:20). Desplacemos el ego que
nos invade y permitámosle al Señor sentarse en el trono, para que todos
nuestros afanes y triunfos sean dispuestos en el orden suyo, mientras llegamos
a la patria celestial.
Amado Señor: Te damos
gracias por la certeza que nos das de una vida eterna juntamente contigo.
Gracias porque esa bendita esperanza se convierte en el motor para aceptar aquí
en la tierra tus designios y desear agradarte en todo lo que hacemos. ¡Te
alabamos Señor y te damos toda la honra y la gloria!
Un abrazo y
bendiciones.
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