¿Qué provecho saca el hombre de tanto afanarse en esta vida?Eclesiastés 1:3.
Lectura: Eclesiastés
1:1-17. Versículo del día: Eclesiastés
1:3.
MEDITACIÓN DIARIA
La vida es demasiado corta,
era el título de un libro que leí hace unos años. Si nos ponemos a ver, muchas
veces sufrimos y nos amargamos por tonterías. Perdemos el gozo y no
aprovechamos ni siquiera los momentos especiales que tenemos con los nuestros.
“Generación va, generación viene, mas la tierra siempre es la misma. Sale el
sol, se pone el sol, y afanoso vuelve a su punto de origen para de allí volver
a salir” (vv. 4-5). Como dice la canción: ‘Al final la vida sigue igual’. Sigue
igual, si como personas que decimos ser creyentes, no somos capaces de marcar
la diferencia. En mi concepto debemos tomar la vida con calma, sin atafagos
pero con sentido. Puede pasar generación tras generación pero de nosotros está
que los que vienen también conozcan de Dios, le crean a Dios y confíen en Dios.
La Palabra de Dios es para compartirla empezando por los de nuestro entorno más
cercano que son los componentes de la familia: “Grábate en el corazón estas
palabras que hoy te mando. Incúlcaselas
continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando
vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalas a tus manos como un signo; llévalas en
tu frente como una marca; escríbelas en
los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades” (Deuteronomio 6:6-9).
Hay que tener metas y
alcanzarlas nos trae satisfacción. El trabajo de por sí, no es una carga, es
una bendición. Todo esto está muy bien;
pero cuando ponemos esas metas o el trabajo por encima de Dios o de la familia,
no estamos haciendo nada. Estamos pecando porque nos hemos hecho de la vida
misma un ídolo. Y mirándolo bien, es preferible
comer poco en paz, que mucho en atafagos. ¿Qué importa trabajar y
trabajar sin descanso alguno, si al final nada de eso se va a disfrutar? ¿O si
se ha cambiado trabajo por familia? “Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si
gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su
alma?” (Mateo 16:26 Biblia de las Américas).
Pidámosle al Señor que
nuestro afán se convierta en buscarlo de corazón, para que de ese modo todos
nuestros intereses estén completamente controlados por Él.
Amado Señor: te pedimos
que te sientes en el trono de nuestra vida para que seamos ecuánimes en el
proceder y podamos gobernar de tu mano cada una de las áreas de nuestra vida
entendiendo las prioridades que tenemos y que nos ayudarán a vivir con el único
afán de conseguir la meta celestial.
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario