¿No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios, excepto este extranjero?Lucas 17:18.
Lectura: Lucas
17:11-19. Versículo del día: Lucas 17:18
MEDITACIÓN DIARIA
La lectura nos relata
la sanidad de diez leprosos que Jesús sanó cuando iba para Jerusalén y pasaba
por Samaria y Galilea donde la salieron
al encuentro diez leprosos pidiendo compasión por ellos. Como el Señor los
mandó a presentarse a los sacerdotes, mientras iban en camino se dieron cuenta
que ya estaban sanos (vv. 11-14). Solamente uno, de los diez, se devolvió por
el camino alabando a Dios a grandes voces y cayó rostro en tierra a los pies de Jesús para darle las gracias
(vv. 15-16), y eso que era samaritano, no judío. Tal parece por las palabras del
Señor, que en resumidas cuentas solo este vino a ser sano en verdad: “Levántate
y vete —le dijo al hombre—; tu fe te ha sanado” (v. 19); esa es mi apreciación.
Con lo anterior
concluyo que después de haber contemplado la gloria de Dios en nuestras vidas y
su manifestación prodigiosa en un milagro especialmente de sanidad, no podemos
quedarnos callados; hay que dar testimonio de ello y darle toda la gloria,
honra y honor, a quien lo permitió y realizó. Si nos callamos y no hablamos,
puede suceder que el Señor interfiera y las cosas cambien para mal en nuestras
vidas. Aprendamos a testificar del Señor, aún en los milagros más pequeñitos;
al fin de cuentas son milagros y es su poder el que se manifiesta. No es cuestión
de azar o de casualidad o porque quizá nos equivocamos, es simplemente porque
el Señor actuó y se hizo por su voluntad. Hace muchos años, mi niña salía para
el colegio bien de madrugada y cuando me desperté, preciso recordé que no tenía
huevos para su desayuno. Oré al Señor y
le pedí un huevo, —uno
aunque sea, le dije al Señor —.
Me levanté derecho a la cocina, abrí la
alacena y había un huevito allá en una esquina; uno solo, lo que yo le había
pedido en mi oración. ¡Gloria al Señor porque Él es el único que puede
multiplicar la comida! ¡Él es el Rey de la Gloria, mi Amo y Señor de señores!
Amado Dios: Muchas
gracias porque tu poder se manifiesta de diferentes maneras demostrándonos que
eres el Señor y dueño de toda tu creación. Nuestras vidas, familia, trabajo,
estudio, alimento y posesiones están en tus manos porque son tuyas y eres el
Amo del universo. ¡Alabamos, bendecimos, y honramos tu bendito Nombre! ¡Gloria
a ti Majestuoso Dios!
Un abrazo y
bendiciones.
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