No seas demasiado justo, ni tampoco demasiado sabio. ¿Para qué destruirte a ti mismo?Eclesiastés 7:16.
Lectura: Eclesiastés
7:1-22. Versículo del día: Eclesiastés
7:16.
MEDITACIÓN DIARIA
He reflexionado sobre
este versículo y considero que Dios me habla al respecto puesto que a veces me
dejo llevar por minuciosidades y por estar en esas me desvío del objetivo real.
No podemos llevar las cosas al extremo de querer hacernos sabios en nuestra
propia opinión (Romanos 11:25). La sabiduría perfecta es el temor al Señor; el
obedecer es lo que nos corresponde hacer.
Si nos consideramos sabios no hay que estarlo pregonando; hay que
demostrarlo mediante obras hechas humildemente, con mansedumbre (Santiago 3:13).
Poco a poco he logrado
entender que Dios no quiere mi perfeccionismo, quiere es mi integridad y son
dos aspectos muy diferentes. El perfeccionismo se vuelve obsesión y siempre va
a dejar una huella de insatisfacción. La integridad es todo lo contrario,
porque la persona íntegra es equilibrada en sus actuaciones, y Dios desea que
mi corazón sea ecuánime, dispuesto a obedecer
y seguir sus preceptos para de este modo conseguir gozo y satisfacción en mis
quehaceres.
Los invito a reflexionar sobre lo anterior y
meditar hasta dónde por querer ser íntegros, nos pasamos de la raya y tocamos
el perfeccionismo y como dice el versículo ¿para qué destruirnos?
Amado Señor: Muchas gracias
por tu bendita Palabra que nos enseña cada día a llevar una vida rica bajo tus
parámetros. Hoy te pedimos que nos des la capacidad de entender tus preceptos
para conducirnos con un corazón íntegro, sin hipocresías, altivez ni orgullos.
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario