miércoles, 19 de noviembre de 2014

Arrepentimiento total con corazón humillado




Se ha cumplido el tiempo —decía—. El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas! 
Marcos 1:15.

Lectura: Marcos 1:14-20.  Versículo del día: Marcos 1:15.

MEDITACIÓN DIARIA

Antes de Jesús comenzar su ministerio Juan el Bautista llamaba al arrepentimiento; él, solo estaba allanando el camino del Señor. Uno más grande que él vendría (Mateo 3:2-3; 8 y 11). Y el Señor Jesús cuando escogió a quienes serían sus discípulos, lo primero que hizo fue llamarlos al arrepentimiento. “¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!”, les dijo. Es muy importante tener en cuenta esto, ya que no es solamente repetir una oración por repetirla; es entender la obra redentora de Jesús por  nosotros en la cruz del Calvario y saber que por su sangre derramada ya pagó el precio por cada uno de nuestros pecados. No basta con presentar solo al Señor; hay que recalcar sobre el arrepentirse para que no sea de dientes para afuera: hay que hacerlo con corazón contrito y humillado. Cuando el profeta Natán fue a ver al rey David por el adulterio del rey con Betsabé y el asesinato del esposo de Betsabé, él entendió la magnitud de su pecado, lo reconoció y se arrepintió: “Yo reconozco mis transgresiones; siempre tengo presente mi pecado. Contra ti he pecado, sólo contra ti, y he hecho lo que es malo ante tus ojos”; “Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve”  (Salmo 51:3-4 y 7).
Personalmente considero que sin un arrepentimiento verdadero no hay paz, ni nueva vida ni salvación. Si ya tenemos a Jesús en nuestra vida, no hay por qué encubrir los pecados; hay que confesarlos a Él para alcanzar su perdón (Proverbios 28:13).  El arrepentimiento verdadero va más allá de unas palabras, implica dolor: “Ahora bien —afirma el Señor—, vuélvanse a mí de todo corazón,  con ayuno, llantos y lamentos. Rásguense el corazón y no las vestiduras” (Joel 2:12-13).
Reflexionemos: también fuimos llamados igual que sus primeros discípulos; creemos en las buenas nuevas, en el Evangelio del Señor Jesucristo o sea creemos en su Palabra; entonces, que exista el verdadero arrepentimiento. Que nos invada el deseo de no volver a ofenderlo; de sentir tristeza y dolor por lo que fuimos y por las veces que aun caemos.

Amado Dios: Muchas gracias por haber permitido que tu Hijo Jesús pagara el precio que nos correspondía. Contra ti y solo contra ti hemos pecado; límpianos y lávanos de toda maldad. Pon un corazón nuevo y la firmeza de un espíritu arrepentido paro no volver a pecar ni transgredirte. Gracias buen Dios.

Un abrazo y bendiciones.

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