viernes, 14 de noviembre de 2014

Sin defecto alguno



Toda tú eres bella, amada mía; no hay en ti defecto alguno. 
Cantares 4:7.


Lectura: Cantares 4:1-15.  Versículo del día: Cantares 4:7.

MEDITACIÓN DIARIA

En la relación de Cristo con su iglesia, Él la ve sin defecto alguno: “Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable” (Efesios 5:25b-27). Muy seguramente ahorita miramos a la iglesia de Cristo con multitud de defectos; pero en el tiempo debido se convertirá en iglesia radiante donde nos unirá completamente el amor de nuestro Esposo, tal como Él desea y lo que Dios espera. “¡Cuán bella eres, amada mía! ¡Cuán bella eres!” (v. 1 en la lectura), así nos ve el Señor Jesús; así ve a su novia, la iglesia que se transformará en su esposa. Esperemos su venida, su pronto retorno, con corazón obediente y ansioso por tenerle entre nosotros. Cristo está preparando a su novia para la fiesta del gran día: “Las bodas del Cordero”. “¡Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria! Ya ha llegado el día de las bodas del Cordero. Su novia se ha preparado, y se le ha concedido vestirse de lino fino, limpio y resplandeciente” (Apocalipsis 19:7-8). ¡Gloria a Dios por ese precioso día en que nuestro Amado venga a tomar posesión de lo que le pertenece! Y Gloria mil veces más, porque soy parte de su reino; porque soy  partícipe de su amor y si ahora no me abandona, cuando me convierta en su esposa jamás me dejará. ¡Aleluya!

Amado Señor: Eres el más precioso, eres el más deseado y sin embargo muchos te rechazan. No entienden todo el amor que derramaste con tu propia sangre para tenerlos en la redoma de tu canto y brindarles calor y abrigo imperecedero. ¿Cómo olvidarte Señor? ¿Cómo abandonarte después de haber degustado tan precioso manjar? Añoro aquel día mi Señor en que vengas y tomes posesión de lo que es tuyo. Enséñanos a esperarte como lo merece el Novio celestial; el Gran Rey que eres: sin defecto alguno.

Un abrazo y bendiciones.

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