Soy testigo de que dieron espontáneamente tanto como podían, y aún más de lo que podían.2 Corintios 8:3.
Lectura: 2 Corintios
8:1-15. Versículo del día: 2 Corintios
8:3.
MEDITACIÓN DIARIA
Dice la Biblia que hay
más dicha en dar que en recibir (Hechos 20:35), y personalmente yo lo disfruto más.
Sé que el Señor va haciendo su obra de acorde a lo que necesita cada uno; y en
mi caso, me enseñó a recibir y de la manera como me lo planteó, seguro que no
fue nada fácil.
Dios nos pide que
seamos generosos; el dar trae mucha bendición y es que no es solamente dar para
la congregación donde nos reunimos o a los hermanos en la fe; es dar sin mirar a
quién. He observado a cantidad de personas que no son cristianas y sin embargo
son muy dadivosas; en ellas he podido comprobar que la bendición de Dios sobre
sus vidas no se hace esperar y es que Dios no se queda con nada guardado: “Dios
puede hacer que toda gracia abunde para ustedes, de manera que siempre, en toda
circunstancia, tengan todo lo necesario, y toda buena obra abunde en ustedes”
(2 Corintios 9:8). “Recuerden esto: El
que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia,
en abundancia cosechará” (2 Corintios 9:6). Pablo también dice que se debe dar
lo que se haya propuesto en el corazón. Esto quiere decir que sea poco o mucho,
se dé con alegría y no por imposición (2 Corintios 9:7).
Personalmente estoy tan
convencida de la siembra y la cosecha que me cuestiono ¿por qué hay personas a
las que les cuesta tanto dar? Pienso que tal vez ellas, sin darse cuenta,
tienen el dinero como un Dios. Miren: “nadie es tan rico que no le falte nada,
ni tan pobre que no le sobre algo”. No nos digamos mentiras, Dios nos ha dado a
todos alguna cualidad o don; entonces, pongámoslo al servicio de los demás. Yo
puedo no tener un céntimo en mi bolsillo, pero tengo unos labios para
pronunciar un ‘te amo’ o un ‘Dios te bendiga. También tengo unos brazos y unos
hombros para consolar y ofrecerlos para
apoyarse en ellos y desahogarse si es necesario.
“No nos cansemos de
hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por
vencidos. Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a
todos, y en especial a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:9-10). Reflexionemos sobre las prioridades al dar;
obviamente primero está Dios, luego mi familia, después mis hermanos en la fe y
por último mi prójimo. ¿Qué tengo para
dar? Seguro que te darás cuenta que tienes más de lo que imaginabas.
Amado Señor: Gracias
por tu Palabra y por saber que a través de ella aprendemos a recibir
satisfacciones y bendiciones. Pon en nuestro corazón el don de dar, no
solamente dinero sino también de lo que Tú nos has dado a nosotros primero. Enséñanos
a desprendernos de lo material y a compartir con otros lo que por tu infinita
misericordia nos has regalado. ¡Te alabamos y adoramos Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario