Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad.Efesios 4:25a.
Lectura: Efesios 4:17-32. Versículo del día: Efesios 4:25a.
MEDITACIÓN
DIARIA
La mentira no solamente
es un pecado habitual en los no creyentes; para tristeza, entre los cristianos
también es un mal muy arraigado. Tal
pareciera que no se le ha dado paso a la nueva naturaleza; no se le ha
permitido al Señor hacer la obra: “Con respecto a la vida que antes llevaban,
se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual
está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de su
mente; y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en
verdadera justicia y santidad” (vv. 22-24). La mentira es la expresión o manifestación
contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa. La mentira debe ser desechada
de los labios del cristiano: “Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han
quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, y se han puesto el de la nueva naturaleza, que
se va renovando en conocimiento a imagen de su Creador” (Colosenses 3:9-10). Los labios mentirosos son abominación para
Dios (Proverbios 12:22). Dios está en
contra de la mentira; decimos que le conocemos y le honramos pero qué fácil es
caer. Hay personas que a fuerza de mentir reiteradamente ya se creen sus
propias mentiras. Otras, se excusan diciendo que era una mentira piadosa; y
otras más, cambian a su acomodo las cosas con el pretexto de hacer creer que lo
que se dice en verdad. Todo esto no es más que mentir. Cristo nos enseñó lo
siguiente: “Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y cuando digan
“no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno” (Mateo 5:37).
Recordemos que Satanás
es el padre de la mentira y por consiguiente el mentiroso lo honra a él. Si
cuesta trabajo dejar la mentira, pidamos como el salmista para que el Señor la
aparte de nuestro camino (Salmo 119:29).
Amado Señor: te pedimos
perdón por las veces que hemos mentido. Enséñanos a decir siempre la verdad como
el ejemplo que nos dejaste y por el cual moriste. Queremos agradarte y permitir
que tu Santo Espíritu complete la obra regeneradora en nuestras vidas. Gracias
Señor por renovarnos cada día y desear que caminemos en integridad total.
Un abrazo y bendiciones.
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