lunes, 17 de noviembre de 2014

Dejando toda mentira




Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad. 
Efesios 4:25a.


 Lectura: Efesios 4:17-32.  Versículo del día: Efesios 4:25a.

MEDITACIÓN DIARIA

La mentira no solamente es un pecado habitual en los no creyentes; para tristeza, entre los cristianos también es un mal muy arraigado.  Tal pareciera que no se le ha dado paso a la nueva naturaleza; no se le ha permitido al Señor hacer la obra: “Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de su mente; y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad” (vv. 22-24).  La mentira es la expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa. La mentira debe ser desechada de los labios del cristiano: “Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios,  y se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su Creador” (Colosenses 3:9-10).  Los labios mentirosos son abominación para Dios (Proverbios 12:22).  Dios está en contra de la mentira; decimos que le conocemos y le honramos pero qué fácil es caer. Hay personas que a fuerza de mentir reiteradamente ya se creen sus propias mentiras. Otras, se excusan diciendo que era una mentira piadosa; y otras más, cambian a su acomodo las cosas con el pretexto de hacer creer que lo que se dice en verdad. Todo esto no es más que mentir. Cristo nos enseñó lo siguiente: “Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno” (Mateo 5:37).
Recordemos que Satanás es el padre de la mentira y por consiguiente el mentiroso lo honra a él. Si cuesta trabajo dejar la mentira, pidamos como el salmista para que el Señor la aparte de nuestro camino (Salmo 119:29).

Amado Señor: te pedimos perdón por las veces que hemos mentido. Enséñanos a decir siempre la verdad como el ejemplo que nos dejaste y por el cual moriste. Queremos agradarte y permitir que tu Santo Espíritu complete la obra regeneradora en nuestras vidas. Gracias Señor por renovarnos cada día y desear que caminemos en integridad total.

Un abrazo y bendiciones.

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