martes, 18 de noviembre de 2014

El amor al prójimo es un mandato




Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce. 
1 Juan 4:7.


Lectura: 1 Juan 4:7-21.  Versículo del día: 1 Juan 4:7.

MEDITACIÓN DIARIA

¿De cuál amor nos habla Dios? Del amor compasivo, perdonador, de servicio, de ayudarnos mutuamente. Siempre debemos recordar que si no sembramos, tampoco llegaremos a cosechar y de lo que demos, eso mismo recibiremos. Aun cuando se dice que nadie es indispensable, considero que todos necesitamos de todos para subsistir. Necesitamos de las personas que laboran el campo para tener los alimentos agrícolas; los que cuidan rebaños enteros para proveernos de carnes, lácteos y aun vestido. No estamos solos en el mundo y la sociedad necesita del trabajo de unos y otros; el esfuerzo, talento y colaboración de los que laboran en diferentes áreas son necesarios para el diario vivir de todos.
Así que mirándolo desde el plano cristiano, Dios nos manda amarnos unos a otros, si en verdad decimos que hemos nacido de Él y le conocemos. Vemos la importancia que el Señor le da al amor al prójimo que lo colocó enseguida del amor a Dios: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Ama a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más importante que éstos” (Marcos 12:30-31). El amor al prójimo exige servicio y siempre que podamos hacer el bien debemos hacerlo: si nos piden un favor y en nuestras manos está el otorgarlo, no negarlo (Proverbios 3:27-28). Los dones están también para ponerlos al servicio de los demás (Romanos 12:7-8), independientemente de si los otros son o no cristianos; en la parábola del buen samaritano tenemos un ejemplo claro (Lucas 10:30-37) y Dios nos manda amar tanto a los amigos como enemigos (Mateo 5:43-44).
Pidámosle a Dios la capacidad de amar como Él desea que lo hagamos: “Y él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano” (v. 21 en la lectura). No es porque si queremos o me gusta; es un mandato.

Amado Señor: A veces nos cuesta amar de la manera que nos mandas hacerlo. Te rogamos que pongas en nuestro corazón el amor al prójimo del mismo modo que lo hiciste en tu vida terrenal y sigamos el ejemplo tuyo de amar incondicionalmente.

Un abrazo y bendiciones.

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