sábado, 8 de noviembre de 2014

Obrar diligentemente




Y todo lo que te venga a la mano, hazlo con todo empeño; porque en el sepulcro, adonde te diriges, no hay trabajo ni planes ni conocimiento ni sabiduría. 
Eclesiastés 9:10.


Lectura: Eclesiastés 9:1-9. Versículo del día: Eclesiastés 9:10.

MEDITACIÓN DIARIA

El Señor nos pide presteza en todo lo que hagamos. “Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu” (Romanos 12:11). El cristiano en cualquier labor que desarrolle debe desempeñarse honestamente, con responsabilidad; entendiendo que le pagan por su trabajo y que si deliberadamente no cumple con sus obligaciones está pecando porque le está robando el tiempo a la empresa que lo contrató.  Si se tiene un mal jefe, orar por él y si no cambia dejar la situación en manos de Dios. “Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo” Colosenses 3:23).
Podemos convertir el trabajo en un buen sitio para dar testimonio de lo que somos; para llevar a otros a los pies del Señor y que nuestro ejemplo sirva para demostrar la obra de Dios en nuestras vidas. Ahora, hay que entender muy bien que el trabajo es una honra y bendición que Dios nos ha regalado pero que en ningún momento reemplaza a Dios. Las cosas se hacen bien, con integridad pero sin volvernos adoradores de la labor desempeñada.

Amado Señor: Te damos gracias por el trabajo que has permitido que tengamos. Gracias por el trabajo de mi esposo, de mis hijos y de todos los que están leyendo este devocional y dependen de él para el sostenimiento de sus hogares. Gracias también las empresas que los ha contratado; bendícelas y prospéralas cada día más, para que de ese modo puedan abrir puertas a los desempleados.

Un abrazo y bendiciones.

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