Dios hace tronar su voz y se producen maravillas: ¡Dios hace grandes cosas que rebasan nuestra comprensión!Job 37:5.
Lectura: Job
37:1-24. Versículo del día: Job 37:5.
MEDITACIÓN DIARIA
Nos acostumbramos a una
lluvia con tormenta bien fuerte sea en zona tropical o no. Quizá hablamos de la
furia de la naturaleza y de sus estragos, pero ya el hombre está tan
encallecido que le cuesta reconocer que en medio de esos truenos está la voz de
Dios. Se le atribuye al mismo ser humano
el desgaste de la naturaleza por cuanto cada día son más los desastres
naturales. Me pregunto: ¿No será más bien un llamado de atención del mismo
Creador para ver si por fin volteamos los ojos hacia Él? “¡Dios hace grandes cosas
que rebasan nuestra comprensión!”. Si hay algo de orgullo, de prepotencia, simplemente
meditemos y reflexionemos en lo siguiente:
Pon tu nombre en vez de
Job y acepta las preguntas que se te hacen.
Te recuerdo que todas son Palabra de Dios: “Espera un poco, Job, y
escucha; ponte a pensar en las maravillas de Dios. ¿Sabes cómo controla Dios
las nubes, y cómo hace que su relámpago deslumbre? ¿Sabes cómo las nubes, maravillas
del conocimiento perfecto, se mantienen suspendidas?” (vv. 14-16 en la
lectura); “¿Tienes acaso un brazo como el mío? ¿Puede tu voz tronar como la
mía? (Job 40:9); ¿Podrás tú descubrir las profundidades de Dios? ¿Podrás
descubrir los límites del Todopoderoso?” (Job 11:7 Versión Nueva Biblia de los
Hispanos). Eso solamente por anotar unas
poquísimas aquí, pero te invito a leer los capítulos del 38 al 41 de Job y a
que aceptes el reto directo de Dios: “Prepárate a hacerme frente; yo te
cuestionaré, y tú me responderás” (Job 38:3).
“¡Qué profundas son las riquezas de la
sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Qué indescifrables sus juicios e
impenetrables sus caminos! ¿Quién ha conocido la mente del Señor, o quién ha sido su consejero? ¿Quién le ha
dado primero a Dios, para que luego Dios
le pague? Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él y para él. ¡A
él sea la gloria por siempre! Amén” (Romanos 11:33-36). Y amén por los siglos
de los siglos.
Un abrazo y
bendiciones.
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