viernes, 19 de septiembre de 2014

¡Ven pronto Señor Jesús!




¡Miren que vengo pronto! Traigo conmigo mi recompensa, y le pagaré a cada uno según lo que haya hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin. 
Apocalipsis 22:12-13.


Lectura: Apocalipsis 22:1-21.  Versículos del día: Apocalipsis 22:12-13.

MEDITACIÓN DIARIA

El Señor mismo anuncia su Segunda Venida y aun así no se le cree. En la misa tradicional después de rezar el ‘Padre Nuestro’, se repite: “Anunciamos tu muerte Señor, proclamamos tu resurrección; esperamos tu venida gloriosa ¡Ven Señor Jesús! ¿Pero cuantos de los que lo repiten vez tras vez, lo creen firmemente? Simplemente se corea por rutina. Infortunadamente es tal como se ve la Natividad, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesucristo: como algo más, como algo ilusorio o vano. 
Hay que tener la certeza que Jesús, es quien dijo ser: “el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin”. Aunque estaba desde la misma creación, vino al mundo por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de una virgen llamada María. Es decir con naturaleza divina y carnal; divina: porque fue engendrado por el mismo Dios y carnal porque nació de mujer. Vivió una infancia al lado de sus padres como cualquier niño creciendo en edad, sabiduría y gracia delante de Dios y de los hombres (Lucas 2:52). Cuando le llegó el tiempo de manifestarse plenamente a la humanidad, comenzó su ministerio y aunque jamás cometió pecado, se hizo pecado por nosotros. “se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz! Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre  que está sobre todo nombre,  para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra,  y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:8-11).  Y esto no lo digo yo, es Palabra de Dios, para que quienes tengan oídos, oigan; para que los ciegos abran los ojos y se conviertan. “¡Miren que vengo pronto! Dichoso el que cumple las palabras del mensaje profético de este libro” (v. 7 en la lectura). Hay que lavar las ropas y blanquearlas en la sangre preciosa del Cordero para tener derecho al árbol de la vida y poder entrar a la Nueva Jerusalén (v. 15).

Amado Señor Jesús: Confesamos con nuestra boca que eres el Señor; creemos en nuestro corazón que eres el Hijo de Dios levantado de entre los muertos; proclamamos que volverás porque creemos firmemente que eres el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin. ¡Ven pronto Señor Jesús!

Un abrazo y bendiciones,


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