¡Miren que vengo pronto! Traigo conmigo mi recompensa, y le pagaré a cada uno según lo que haya hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin.Apocalipsis 22:12-13.
Lectura: Apocalipsis
22:1-21. Versículos del día: Apocalipsis
22:12-13.
MEDITACIÓN DIARIA
El Señor mismo anuncia
su Segunda Venida y aun así no se le cree. En la misa tradicional después de
rezar el ‘Padre Nuestro’, se repite: “Anunciamos tu muerte Señor, proclamamos
tu resurrección; esperamos tu venida gloriosa ¡Ven Señor Jesús! ¿Pero cuantos
de los que lo repiten vez tras vez, lo creen firmemente? Simplemente se corea
por rutina. Infortunadamente es tal como se ve la Natividad, la Pasión, Muerte
y Resurrección del Señor Jesucristo: como algo más, como algo ilusorio o vano.
Hay
que tener la certeza que Jesús, es quien dijo ser: “el Alfa y la Omega, el
Primero y el Último, el Principio y el Fin”. Aunque estaba desde la misma
creación, vino al mundo por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de una
virgen llamada María. Es decir con naturaleza divina y carnal; divina: porque
fue engendrado por el mismo Dios y carnal porque nació de mujer. Vivió una
infancia al lado de sus padres como cualquier niño creciendo en edad, sabiduría y gracia delante
de Dios y de los hombres (Lucas 2:52). Cuando le llegó el tiempo de manifestarse
plenamente a la humanidad, comenzó su ministerio y aunque jamás cometió pecado,
se hizo pecado por nosotros. “se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta
la muerte, ¡y muerte de cruz! Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó
el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda
rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el
Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:8-11). Y esto no lo digo yo, es Palabra de Dios,
para que quienes tengan oídos, oigan; para que los ciegos abran los ojos y se
conviertan. “¡Miren que vengo pronto! Dichoso el que cumple las palabras del mensaje
profético de este libro” (v. 7 en la lectura). Hay que lavar las ropas y
blanquearlas en la sangre preciosa del Cordero para tener derecho al árbol de
la vida y poder entrar a la Nueva Jerusalén (v. 15).
Amado Señor Jesús:
Confesamos con nuestra boca que eres el Señor; creemos en nuestro corazón que
eres el Hijo de Dios levantado de entre los muertos; proclamamos que volverás
porque creemos firmemente que eres el Alfa y la Omega, el Primero y el Último,
el Principio y el Fin. ¡Ven pronto Señor Jesús!
Un abrazo y
bendiciones,
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