lunes, 22 de septiembre de 2014

¡Levántate Señor!



Levántate, oh Dios, y juzga a la tierra, pues tuyas son todas las naciones. 
Salmo 82:8.

Lectura: Salmo 82:1-8.  Versículo del día: Salmo 82:8.

MEDITACIÓN DIARIA

A diario en los noticieros no se aprecia sino violencia, corrupción, guerras e inmoralidades.  Nos estamos acostumbrando a ello a fuerza de todos los días ver lo mismo. Ya todos estos pecados pasaron la barrera de lo malo y tal pareciese que la sociedad lo viera como bueno. Ya se tienen las tinieblas por luz  y lo amargo por dulce (Isaías 5:20).  Y es que hasta ahí teníamos que llegar. “¿Hasta cuándo defenderán la injusticia y favorecerán a los impíos?  Defiendan la causa del huérfano y del desvalido; al pobre y al oprimido háganles justicia. Salven al menesteroso y al necesitado; líbrenlos de la mano de los impíos” (vv. 2-4 en la lectura).
Ante todo esto, también clamamos a Dios igual que el Salmista para que se levante y juzgue a la tierra. Todas las naciones le pertenecen a nuestro Dios y así sea el país o reino más próspero, todos sus habitantes morirán y serán juzgados sean reyes, gobernantes, nobles o plebeyos. Sin embargo, Dios es tan misericordioso que aun habiendo tanta maldad, permite que los hombres lleguen al arrepentimiento porque por ahora, estamos en el periodo de la gracia. Como quien dice: todavía hay oportunidad para el pecador. Él no quiere que ninguno perezca sino que todos procedan  a sanar su corazón. Recordemos que donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia y en nuestras manos está, el continuar la tarea.  Hay que aprovechar la ocasión porque  llegará el momento en que el día de salvación se terminará.

Amado Señor: Levántate y juzga lo que te pertenece, sean dispersados tus enemigos y huyan de ti los que te aborrecen, los que se burlan de tu Nombre. Levántate porque pareciese que la iniquidad ya ha llegado a su colmo. Pero aun así, buen Dios, no nos dejes mirar solo para nuestro lado porque todavía faltan muchos que igualmente harán parte de tu reino. ¡Levántate oh Señor! Y levanta también del letargo de la conformidad a tu Iglesia.

Un abrazo y bendiciones.

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