miércoles, 17 de septiembre de 2014

Nadie puede enfrentarse al Dios del cielo



¿A quién has insultado? ¿Contra quién has blasfemado? ¿Contra quién has alzado la voz y levantado los ojos con orgullo?  ¡Contra el Santo de Israel! 
2 Reyes 19:22.


Lectura: 2 Reyes 19:1-37.  Versículo del día: 2 Reyes 19:22.

MEDITACIÓN DIARIA

Al rey Senaquerib de Asiria se le subió completamente el ego y quiso intimidar a Ezequías y a su pueblo, profiriendo palabras fatuas para insultar al Dios viviente, con el fin de que se entregaran a él. Ezequías, como rey de Judá clamó al Señor y mandó mensajeros donde el profeta Isaías para saber cómo actuar al respecto. “Cuando los funcionarios del rey Ezequías fueron a ver a Isaías,  éste les dijo: Díganle a su señor que así dice el Señor: No temas por las blasfemias que has oído, y que han pronunciado contra mí los subalternos del rey de Asiria” (vv. 5-6). Y profirió palabra contra Senaquerib diciendo: “Yo sé bien cuándo te sientas, cuándo sales, cuándo entras, y cuánto ruges contra mí. Porque has rugido contra mí y tu insolencia ha llegado a mis oídos, te pondré una argolla en la nariz y un freno en la boca, y por el mismo camino por donde viniste te haré regresar” (vv. 27-28).  Senaquerib se consideraba el invencible ya que había doblegado a muchas naciones a sus píes; menospreció al Dios de Israel, que es el Dios verdadero. “Entonces el Señor envió un ángel para que exterminara a todos los soldados y a los jefes y capitanes del campamento del rey de Asiria, y éste tuvo que volver avergonzado a su país. Al entrar en el templo de su dios, sus propios hijos lo asesinaron” (2 Crónicas 32:21). 
Así como el Señor salió en favor de los suyos, salvando a Ezequías  y a todos los habitantes de Jerusalén de la mano de Senaquerib y de todos sus enemigos, también lo puede hacer ahora con cualquiera que se sienta oprimido, maltratado o amenazado. Tenemos que tener la certeza que Él peleará por nosotros y nos dará la salida con victoria estruendosa, porque nadie puede enfentarse al Dios del cielo.

Amado Señor: Hay muchos enemigos a nuestro lado, unos de carne y otros espirituales.  Te clamamos a Ti, para que seas tú mismo derribando murallas y ejércitos que se levantan en contra y se interponen en nuestro caminar diario contigo. Gracias Señor porque eres el único que das completa libertad.

Un abrazo y bendiciones.

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