sábado, 27 de septiembre de 2014

Por ahora no lo entendemos




Todas las naciones que has creado vendrán, Señor, y ante ti se postrarán y glorificarán tu nombre. 
Salmo 86:9.


Lectura: Salmo 86:1-17.  Versículo del día: Salmo 86:9.

MEDITACIÓN DIARIA

Quizá ahorita viendo que el mundo está a punto de una nueva guerra mundial, no entendamos cómo llegará la paz y cómo será que las naciones se volcaran a reconocer a Dios y a su Hijo Jesucristo como el Señor y Salvador del mundo. El pecado aleja más al hombre de Dios; su corazón está encallecido. Las naciones están convulsionadas y Dios está en un segundo o tercer plano, si es que está. Pero cuando el Señor venga y tome posesión de lo suyo, dice Apocalipsis que ¿quién no le temerá ni glorificará su Nombre?  Porque todas las naciones vendrán y le adorarán (Apocalipsis 15:4). Pase lo que pase, Dios se levantará y guerreará para que todos sus escogidos puedan ver su gloria. No serán los de una sola nación; sabemos que Israel es su pueblo desde tiempos antiguos y por ellos también luchará.  Pero por nosotros, su Iglesia, la redimida con la sangre del Cordero también combatirá para darnos un mejor mañana; para que toda nación pueda levantarse y proclamar que Jesús es el Señor.
Alguna vez hemos indagado ¿dónde será que  el Señor hará  que todas las naciones se inclinen  hacia Él? Me pregunto: ¿será en un gran escenario diseñado por su propia sabiduría?, ¿será cada nación por aparte, o todas a la vez? ¿O será en la patria celestial, en la Nueva Jerusalén engalanada para recibirnos? Bueno, nosotros por ahora no lo entendemos porque nuestra mente no alcanza a abarcar la grandeza de su poder (Efesios 3:20): Pero el Señor es el Inventor por excelencia; el Diseñador de todas las cosas. Muy seguramente será una genialidad la que realizará: “Porque tú eres grande y haces maravillas; ¡sólo tú eres Dios!” (v. 10 en la lectura). Si es tan emocionante contemplar un estadio lleno de gente aplaudiendo a su equipo, ¿cómo no lo será viendo a multitudes adorar al Rey de reyes y Señor de señores?

Amado Señor: Igual que  David te pedimos que nos instruyas en tu camino para conducirnos con fidelidad. Danos integridad de corazón para temer tu Nombre; y sea donde sea ese grandioso escenario, te damos gracias porque por tu amor y misericordia, vamos a estar allí, adorándote y reconociéndote como el Dios, Rey, Señor y Salvador personal. ¡Aleluya!

Un abrazo y bendiciones.

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