Todas las naciones que has creado vendrán, Señor, y ante ti se postrarán y glorificarán tu nombre.Salmo 86:9.
Lectura: Salmo
86:1-17. Versículo del día: Salmo 86:9.
MEDITACIÓN DIARIA
Quizá ahorita viendo
que el mundo está a punto de una nueva guerra mundial, no entendamos cómo
llegará la paz y cómo será que las naciones se volcaran a reconocer a Dios y a
su Hijo Jesucristo como el Señor y Salvador del mundo. El pecado aleja más al
hombre de Dios; su corazón está encallecido. Las naciones están convulsionadas
y Dios está en un segundo o tercer plano, si es que está. Pero cuando el Señor
venga y tome posesión de lo suyo, dice Apocalipsis que ¿quién no le temerá ni
glorificará su Nombre? Porque todas las
naciones vendrán y le adorarán (Apocalipsis 15:4). Pase lo que pase, Dios se
levantará y guerreará para que todos sus escogidos puedan ver su gloria. No serán
los de una sola nación; sabemos que Israel es su pueblo desde tiempos antiguos
y por ellos también luchará. Pero por
nosotros, su Iglesia, la redimida con la sangre del Cordero también combatirá
para darnos un mejor mañana; para que toda nación pueda levantarse y proclamar
que Jesús es el Señor.
Alguna vez hemos indagado
¿dónde será que el Señor hará que todas las naciones se inclinen hacia Él? Me pregunto: ¿será en un gran
escenario diseñado por su propia sabiduría?, ¿será cada nación por aparte, o
todas a la vez? ¿O será en la patria celestial, en la Nueva Jerusalén
engalanada para recibirnos? Bueno, nosotros por ahora no lo entendemos porque
nuestra mente no alcanza a abarcar la grandeza de su poder (Efesios 3:20): Pero
el Señor es el Inventor por excelencia; el Diseñador de todas las cosas. Muy
seguramente será una genialidad la que realizará: “Porque tú eres grande y
haces maravillas; ¡sólo tú eres Dios!” (v. 10 en la lectura). Si es tan
emocionante contemplar un estadio lleno de gente aplaudiendo a su equipo, ¿cómo
no lo será viendo a multitudes adorar al Rey de reyes y Señor de señores?
Amado Señor: Igual que David te pedimos que nos instruyas en tu
camino para conducirnos con fidelidad. Danos integridad de corazón para temer
tu Nombre; y sea donde sea ese grandioso escenario, te damos gracias porque por
tu amor y misericordia, vamos a estar allí, adorándote y reconociéndote como el Dios, Rey, Señor y Salvador personal. ¡Aleluya!
Un abrazo y
bendiciones.
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