domingo, 6 de julio de 2014

Lo prometido es para cumplirlo




Cuando hagas un voto a Dios, no tardes en cumplirlo, porque a Dios no le agradan los necios. Cumple tus votos: Vale más no hacer votos  que hacerlos y no cumplirlos.   
Eclesiastés 5:4-5.


Lectura: Eclesiastés 5:1-7.  Versículos del día: Eclesiastés 5:4-5.

MEDITACIÓN DIARIA

Un voto es una promesa. La Versión Reina Valera nos lo expresa así: “Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas”.  A veces somos ligeros de palabra y no tenemos en cuenta lo que hablamos y dentro de lo que hablamos, lo que prometemos.  Pasa frecuentemente; estamos acostumbrados a hablar por hablar con los hijos, especialmente cuando son pequeños y aun con los grandes y personas mayores: prometemos y no cumplimos.  ¡Pero ojo!  Con Dios no podemos hacer lo mismo.  Si a Dios le prometemos algo, hay que cumplirlo.  En la Biblia tenemos el ejemplo de Jefté, un juez que gobernó a Israel y le juró a Dios que si le entregaba a los amonitas, ofrecería en sacrificio lo primero que saliera de su casa a recibirlo.  Pues salió con panderetas y júbilo su única hija y tuvo que cumplir su juramento (Jueces 11:30-39).  “No permitas que tu boca te haga pecar, ni digas luego ante el mensajero de Dios que lo hiciste sin querer” (v. 6a en la lectura). 
Aprendamos a ser consecuentes con lo que hablamos y de esta manera nos evitamos hablar a la ligera,  y menos con Dios; a Dios no podemos engañar porque de Él nadie se burla (Gálatas 6:7).  “Trampa es consagrar algo sin pensarlo y más tarde reconsiderar lo prometido” (Proverbios 20:25).  Hay que cuidarnos de hacer falsas promesas. No podemos hacer lo que hacen los demás.  La sociedad está plagada de ilusorias promesas y entonces, en momentos de angustia le prometemos a Dios cambiar nuestro modo de vida, y cuando el Señor responde y se ha resuelto el problema, lo prometido queda en deuda; se olvida por completo.  Los compromisos son para cumplirlos; de lo contrario estamos pecando.

Amado Señor: Gracias te damos por tu Palabra.  Enséñanos a ministrar bien nuestra boca, para que no seamos necios ofreciendo lo que no podemos cumplir tanto para nuestro prójimo como para Ti y para nosotros mismos.

Un abrazo y bendiciones. 

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