sábado, 5 de julio de 2014

El desierto: oportunidad única




Por eso, ahora voy a seducirla: me la llevaré al desierto y le  hablaré con ternura.  Allí le devolveré sus viñedos, y convertiré el valle de la Desgracia en el paso de la Esperanza.  
Oseas 2:14-15.


Lectura: Oseas 2:14-23.  Versículos del día: Oseas 2:14-15.

MEDITACIÓN DIARIA

Antes me preguntaba al leer este pasaje: ¿por qué al desierto?  Y con el tiempo he llegado a entender que es precisamente en el desierto donde podemos encontrarnos de una manera más entrañable con nuestro Dios.  Cuando estamos en el desierto: o nos dejamos morir de sed allí, o volvemos los ojos hacia ‘el agua de vida’ (Juan 4:10).  Allí, rechazamos su misericordia, o nos quebrantamos dejándonos seducir por su inmenso amor y ternura.  Es allí donde nos habla muy quedo al oído y nos dice: ‘estoy contigo, no temas’; “convertiré el valle de Desgracia en el paso de la Esperanza”.
Mi experiencia me ha enseñado a amar  los desiertos por los que he transitado, porque ha sido a través de ellos que he tenido más contacto con mi Señor.  He vivido en esas zonas áridas, momentos tan especiales desbordando mi corazón sincero hacia quien es el único que de verdad está interesado en mí, y esos momentos son indescriptibles.  Por eso entiendo lo que vale, no un día en sus atrios; tan solo basta un minuto en su presencia, que mil fuera de Él (Salmo 84:10).  Y han sido esos momentos, los que me han ayudado a crecer y madurar espiritualmente. “En aquel día —afirma el Señor—,    ya no me llamarás: “mi señor”, sino que me dirás: “esposo mío” (v. 16 en la lectura).
No le temas a los desiertos; si estás ahí, déjate seducir por el Amor de los amores, cae rendido(a) en sus brazos y entenderás hasta dónde, Él es capaz de amarte.

Amado Señor: Personalmente te doy gracias por los desiertos que han marcado mi vida; si no fuera por ellos, ni siquiera estaría escribiendo este devocional.  Gracias porque en medio de la sequedad y aridez, he podido comprobar cuán grande es tu amor y fidelidad, cuando me sacias y refrescas con el agua de la vida que me ofreces.  ¡Te amo Esposo mío!

Un abrazo y bendiciones.

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