martes, 8 de julio de 2014

Eres el Grande y Majestuoso Dios



¡Qué grande eres, Señor omnipotente! Nosotros mismos hemos aprendido que no hay nadie como tú, y que aparte de ti no hay Dios. 
2 Samuel 7:22.


Lectura: 2 Samuel 7:18-29.  Versículo del día: 2 Samuel 7:22.

MEDITACIÓN DIARIA

“Yo sé que el Señor y Dios es Dios de dioses tanto en el cielo como en la tierra” (Josué 2:11b).
Haciendo mis lecturas diarias me encontré con la oración de David, dándole gracias al Señor y reconociendo su grandeza.  Después, en Josué, también pude observar cómo Rajab la prostituta, sin tener aún nada a su favor, también reconoce al Dios de Israel como el soberano de los cielos y de la tierra. Digamos que David, tenía mucho en qué basar su adoración, si queremos una disculpa; pero Rajab, la mujer señalada por todos los de su pueblo, tildada y quizá humillada por su condición, no era de esperarse. Tal vez en los momentos en que fueron los espías de Israel se percata de su posición, y voltea los ojos para acogerse bajo los brazos del Todopoderoso.  No descarto lo de David; su corazón era tan sincero ante la presencia del Señor, que por algo dice la Biblia que su corazón era conforme al corazón de  Dios. Tanto en un caso como en el otro, me asombran las palabras sinceras para darle toda la gloria y honor a quien en verdad lo merece y algo particular: ambos hacen parte del linaje del Señor.
Esto me hace reflexionar: ¿Cuántas veces se olvidan las dádivas recibidas?  Se nos olvida quienes somos ahora y de dónde nos sacó el Señor.  Nos dedicamos más a pedir, pedir y pedir y la gratitud y exaltación quedan relegadas.  Así las circunstancias no sean la mejores “den gracias a Dios en toda situación (1 Tesalonicenses 5:18).  Dice Eclesiastés 7:4: “Cuando te vengan buenos tiempos, disfrútalos; pero cuando te lleguen los malos, piensa que unos y otros son obra de Dios”.  No hay excusa para no dejar de agradecer al Señor, y para adorarlo como Él lo merece. 

Señor mi Dios: Solo me basta mirar este sol hermoso que está entrando por mi ventana, para reconocerte como el Soberano, Omnipotente y Grandioso Rey.  No tengo las palabras adecuadas para expresarte mi gratitud por todas las maravillas que has hecho en mi vida y por todas las que también realizas con mi familia.  Muchas Gracias buen Señor.  Eres Majestuoso, Esplendoroso y el Único digno de recibir toda la honra y gloria por los siglos de los siglos.

Un abrazo y bendiciones.

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