El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es, y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas.Hebreos 1:3.
Lectura: Hebreos
1:1-14. Versículo del día: Hebreos 1:3.
MEDITACIÓN DIARIA
El Señor Jesucristo, el
Hijo de Dios, heredero de todo y Creador del universo (v. 2), es el resplandor
de la gloria de Dios y después de cumplir su misión en el mundo, donde vino a
salvar a la humanidad, se sentó a la derecha del Padre. “ Por eso Dios lo
exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que
ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y
debajo de la tierra, y toda lengua
confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9-11).
Ahí está resaltada la supremacía del
Señor; es superior a los ángeles quienes están al servicio divino y puestos
para ayudar a los creyentes (v. 14 en la lectura). Jesucristo el único digno de recibir todo honor, gloria,
alabanza y adoración; por eso, muchos ángeles que están alrededor del trono le
reconocen como tal, y cantan con todas sus fuerzas: “¡Digno es el Cordero, que
ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la
fortaleza y la honra, la gloria y la alabanza!” (Apocalipsis 5:12). Toda la creación se une a una voz para
cantar: ¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, sean la alabanza y la
honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos!” (Apocalipsis 5:13).
Muchos en estos tiempos
no lo reconocen como Dios, Señor y Salvador; el mundo dice no a su mensaje;
pero llegará el momento en que toda
lengua confesará que Jesucristo es el Señor y ante Él se doblará toda rodilla.
Estamos en el periodo de la gracia; después este regalo ya no estará
disponible, vendrá la gran tribulación y personalmente creo que la salvación
será con la vida misma; lavarán y blanquearán sus túnicas con la sangre del
Cordero (Apocalipsis 7:13-14).
Por eso no desprecies
lo que Dios te ofrece hoy, para que tengas vida y vida eterna; te está poniendo
en bandeja de oro a su mismo Hijo Jesús, para que le aceptes en el corazón y te
arrepientas de tus pecados. No lo dejes para mañana, puede ser tarde.
Amado Señor Jesucristo:
Hoy te reconocemos como Señor y Salvador, te pedimos perdón por nuestros
pecados y deseamos que nos moldees de acuerdo a tu santa voluntad, para
continuar de tu mano bondadosa por el camino hacia la vida eterna. Gracias por lo que hiciste por nosotros; eres
el único digno de recibir toda adoración y gloria. Eres el Rey de reyes y Señor
de señores.
Un abrazo y
bendiciones.
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