viernes, 20 de junio de 2014

Vanagliriémonos del fruto alcanzado por el Espíritu Santo




Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios,  no por obras, para que nadie se jacte. 
Efesios 2:8-9.


Lectura: Efesios 2:1-22.  Versículos del día: Efesios 2:8-9.

MEDITACIÓN DIARIA

Aunque estos versículos son muy trajinados en el ámbito cristiano, es muy importante recalcar sobre ellos. Una persona por mucho dinero que tenga y haga multitud de buenas obras, no puede decir que ya es salva.  La salvación no se compra, pues es regalo de Dios.  Es por gracia, por el don de Dios de haber hecho ese puente a través de Jesucristo para que llegáramos a Él. Es Dios llegando al hombre; no el hombre llegando a Dios, y ahí está el detalle.  Dios Padre en su infinito amor, mandó a su Hijo Jesucristo al mundo, “para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16).  No es que nosotros compremos la salvación; al revés: Fuimos comprados por Dios, mediante la sangre de Jesús derramada en la cruz.  “El precio de su rescate no se pagó con cosas perecederas, como el oro o la plata,  sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin defecto” (1 Pedro 18b-19).
Ahora, por otro lado considero que Dios no se queda con nada guardado y el que hace buenas obras, especialmente aquel que no duda en ayudar a su prójimo, tendrá su recompensa.  Por eso, nosotros los cristianos debemos de ser los primeros en dar ejemplo al respecto porque como dice Santiago, de lo contrario sería una fe muerta. (Santiago 2:17).  El cristiano tiene que demostrar con sus hechos que es una persona nacida de nuevo; que ama a Dios sobre todas las cosas y que ama a su prójimo como así mismo.  No nos gloriemos por lo poco que hayamos hecho; ufanémonos de tener al Señor Jesucristo en nuestras vidas y de lo que el Espíritu Santo puede hacer a través nuestro para llevar mucho fruto en el diario caminar.   

Amado Padre Celestial: Gracias porque comprendiendo el regalo maravilloso que nos has dado al alcanzar la salvación, también comprendemos lo que nos demandas para honrarte y glorificarte como lo mereces. Permite que llevemos fruto continuo de aroma grato para ti.

Un abrazo y bendiciones.

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