Realmente, vivimos en esta tienda de campaña, suspirando y agobiados, pues no deseamos ser desvestidos sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.2 Corintios 5:4.
Lectura: 2 Corintios
5:1-21. Versículo del día: 2 Corintios
5:4.
MEDITACIÓN DIARIA
Pablo compara nuestro
cuerpo con una tienda de campaña que lógicamente se desbaratará cuando pasemos
por la muerte física: “Les declaro, hermanos, que el cuerpo mortal no puede
heredar el reino de Dios, ni lo corruptible puede heredar lo incorruptible” (1
Corintios 15:50).
Pero la confianza que
nos mueve y la fe que con la que vivimos,
nos hacen saber que en el cielo tenemos no una tienda de campaña, sino una casa
eterna construida directamente por las manos de Dios (v. 1 en la lectura).
Pablo también nos
afirma que al toque final de la trompeta seremos transformados: los muertos en
Cristo resucitarán con un cuerpo incorruptible y los que estemos vivos
transformados (1 Corintios 15:51-52). “Porque
lo corruptible tiene que revestirse de lo incorruptible, y lo mortal, de
inmortalidad” (1 Corintios 15:53). “para que lo mortal sea absorbido por la
vida” (v. 4 del día); ahí es cuando el poder del Señor vencerá a la muerte: «entonces se cumplirá lo
que está escrito: “La muerte ha sido devorada por la victoria”» (1 Corintios
15:54). ¡Gloria a Dios por esa casa
celestial que nos espera!
Despojémonos de todo
cuanto nos atrae en este mundo; nada es comparable con la gloria futura. Si son tristezas, amarguras, desilusiones,
llanto, allá no existirá nada de eso; y si por lo contrario tenemos aquí mucho
lujo, riqueza y buena vida, la de allá es insuperable. Cuando recibimos a Cristo todo se convierte
en nuevo; la naturaleza vieja queda atrás. Este es el misterio de la
reconciliación con Dios por medio de Jesucristo (vv. 17-18 en la lectura),
precisamente para que podamos gozar de la casa eterna en el cielo. «Así que
somos embajadores de Cristo, como si Dios los exhortara a ustedes por medio de
nosotros: “En nombre de Cristo les rogamos que se reconcilien con Dios”». Me considero embajadora de Cristo; tomen la exhortación
de Dios por mi intermedio: reconcíliense con Dios.
Amado Señor: Muchas
gracias por la morada celestial que nos tienes preparada. Enséñanos a ver lo material como algo
superfluo y a cosechar tesoros para el hogar eterno. Te pedimos Señor por los
que leen este devocional para que todos se reconcilien con Dios y puedan gozar
contigo en la patria celestial.
Un abrazo y
bendiciones.
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