miércoles, 4 de junio de 2014

Reconciliarnos con Dios para gozar la nueva morada




Realmente, vivimos en esta tienda de campaña, suspirando y agobiados, pues no deseamos ser desvestidos sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. 
2 Corintios 5:4.


Lectura: 2 Corintios 5:1-21.  Versículo del día: 2 Corintios 5:4.

MEDITACIÓN DIARIA

Pablo compara nuestro cuerpo con una tienda de campaña que lógicamente se desbaratará cuando pasemos por la muerte física: “Les declaro, hermanos, que el cuerpo mortal no puede heredar el reino de Dios, ni lo corruptible puede heredar lo incorruptible” (1 Corintios 15:50).
Pero la confianza que nos mueve y  la fe que con la que vivimos, nos hacen saber que en el cielo tenemos no una tienda de campaña, sino una casa eterna construida directamente por las manos de Dios (v. 1 en la lectura).
Pablo también nos afirma que al toque final de la trompeta seremos transformados: los muertos en Cristo resucitarán con un cuerpo incorruptible y los que estemos vivos transformados (1 Corintios 15:51-52).  “Porque lo corruptible tiene que revestirse de lo incorruptible, y lo mortal, de inmortalidad” (1 Corintios 15:53). “para que lo mortal sea absorbido por la vida” (v. 4 del día); ahí es cuando el poder del Señor  vencerá a la muerte: «entonces se cumplirá lo que está escrito: “La muerte ha sido devorada por la victoria”» (1 Corintios 15:54).  ¡Gloria a Dios por esa casa celestial que nos espera!
Despojémonos de todo cuanto nos atrae en este mundo; nada es comparable con la gloria futura.  Si son tristezas, amarguras, desilusiones, llanto, allá no existirá nada de eso; y si por lo contrario tenemos aquí mucho lujo, riqueza y buena vida, la de allá es insuperable.  Cuando recibimos a Cristo todo se convierte en nuevo; la naturaleza vieja queda atrás. Este es el misterio de la reconciliación con Dios por medio de Jesucristo (vv. 17-18 en la lectura), precisamente para que podamos gozar de la casa eterna en el cielo. «Así que somos embajadores de Cristo, como si Dios los exhortara a ustedes por medio de nosotros: “En nombre de Cristo les rogamos que se reconcilien con Dios”».  Me considero embajadora de Cristo; tomen la exhortación de Dios por mi intermedio: reconcíliense con Dios.

Amado Señor: Muchas gracias por la morada celestial que nos tienes preparada.  Enséñanos a ver lo material como algo superfluo y a cosechar tesoros para el hogar eterno. Te pedimos Señor por los que leen este devocional para que todos se reconcilien con Dios y puedan gozar contigo en la patria celestial.

Un abrazo y bendiciones.

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