Me es grato darles a conocer las señales y maravillas que el Dios Altísimo ha realizado en mi favor. ¡Cuán grandes son sus señales! ¡Cuán portentosas son sus maravillas! ¡Su reino es un reino eterno! ¡Su soberanía permanece de generación en generación!Daniel 4:2-3.
Lectura: Daniel 4:1-37. Versículos del día: Daniel 4:2-3.
MEDITACIÓN DIARIA
Nabucodonosor, era el
rey de Babilonia; una potencia de aquel tiempo y quien dominó muchos pueblos.
El rey tuvo un sueño, que solamente se lo pudo interpretar Daniel. El sueño
decía que sería apartado del reino por siete años y se iría a vivir en medio de
los animales salvajes, comiendo pasto y empapándose con el rocío, hasta que no
reconociera quien le había dado el poder. Aun advertido ya, tal parece que hizo
caso omiso del anuncio y un día se ufanó de su ‘Gran Babilonia’, creyendo que
todo lo grandioso lo había hecho con sus manos y por su propio esfuerzo. Entonces escuchó lo pronosticado y eso se
cumplió. Después de sufrir las consecuencias de su vivir en medio de animales, con el pelo como plumas y las uñas como
garras, Nabucodonosor tuvo que humillarse ante Dios y reconocer que el dominio
es de Él y que lo entrega a quien quiera, y pone allí, hasta al más humilde (v.
17). “Pasado ese tiempo yo, Nabucodonosor, elevé
los ojos al cielo, y recobré el juicio. Entonces alabé al Altísimo; honré y
glorifiqué al que vive para siempre: Su dominio es eterno; su reino permanece
para siempre” (v. 34).
Un ejemplo claro de
quien es el Rey del universo; de quién es soberano al quitar o poner
gobernantes. Ojalá todos los que están en el poder puedan reconocer algún día
lo mismo que Nabucodonosor: “Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y
glorifico al Rey del cielo, porque siempre procede con rectitud y justicia, y
es capaz de humillar a los soberbios” (v. 37). El que se enaltece será humillado y el que se
humilla, será enaltecido (Mateo 23:12).
Amado
Señor: Hoy te pedimos por todos nuestros gobernantes y quienes tienen puestos
de autoridad, para que entiendan que si están ahí es con un propósito tuyo y
que esa autoridad viene de ti. Oramos porque su corazón cambie completamente y
te reconozcan como el Dios Altísimo, Salvador Eterno y Soberano Señor del
universo.
Un abrazo y
bendiciones.
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