Pero Daniel se propuso no contaminarse con la comida y el vino del rey, así que le pidió al jefe de oficiales que no lo obligara a contaminarse.Daniel 1:8.
Lectura: Daniel
1:1-21. Versículo del día: Daniel 1:8.
Daniel fue deportado a
Babilonia cuando Jerusalén quedó en manos de Nabucodonosor. Fue llevado junto con tres jóvenes más, todos
apuestos e inteligentes para ponerlos al servicio del palacio real. Por esto el rey había dado instrucciones
precisas sobre su instrucción, costumbres y alimentación que deberían
proporcionarles. Daniel, al igual que todos los israelitas guardaba los
preceptos mandados por Dios en cuanto a los alimentos que podían comer. El jefe
de oficiales ordenó a un guardia atenderlos, y Daniel le pidió que les cambiara
esa comida, solo por verduras y agua. Sin embargo cuando fue a comparar a estos
muchachos con los demás, los encontró más sanos y mejor alimentados que los que participaban de la comida real.
Nosotros no tenemos que
seguir unas leyes rígidas sobre la alimentación, pero sí debemos cuidarnos
cuando estamos en medio de los no cristianos sobre nuestros actos.
Recordemos que el creyente tiene libertad de escoger lo que le conviene:
“Todo está permitido, pero no todo es provechoso. Todo está permitido, pero no
todo es constructivo” (1 Corintios 10:23). “No permitas que mi corazón se incline a la
maldad, ni que sea yo cómplice de iniquidades” (Salmo 141:4). No podemos dejar
influenciarnos por los incrédulos y terminar haciendo lo que ellos hacen. Precisamente es ahí donde Dios nos manda a
dar testimonio de quienes somos. Si obedecemos, seremos bendecidos y quizá
nuestro testimonio lleve a otros a seguir al Señor.
Amado Señor: Enséñanos
a ser íntegros delante de ti y a tener el dominio propio para sentar nuestra
posición cuando estemos rodeados del mundo que no te conoce. Queremos ser auténticos y marcar la diferencia
en medio de ésta orbe caótica. ¡Que
todos sepan que vives en nosotros!
Un abrazo y
bendiciones.
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