Hoy les doy a elegir entre la bendición y la maldición: bendición, si obedecen los mandamientos que yo, el Señor su Dios, hoy les mando obedecer; maldición, si desobedecen los mandamientos del Señor su Dios y se apartan del camino que hoy les mando seguir, y se van tras dioses extraños que jamás han conocido.Deuteronomio 11:26-28.
Lectura: Deuteronomio
11:1-31. Versículos del día: Deuteronomio
11:26-28.
MEDITACIÓN DIARIA
Moisés ya viejo y
cansado, después de haber trajinado por el desierto durante cuarenta años, les
recuerda a la nueva generación de israelitas los mandatos del Señor. Están a punto de conquistar la tierra
prometida y él, los pone a elegir: bendición si los obedecen o maldición si
desobedecen.
El hombre es un ser
dotado del libre albedrío o sea la capacidad que tienen los humanos para optar
y tomar sus propias decisiones. La
lección no es solamente para su pueblo, es para todos: elegimos entre la
bendición y la maldición. Otras traducciones dicen: ‘bendición, si escucháis los
mandamientos del Señor vuestro Dios que os ordeno hoy’. O sea, que para
obedecer primero tenemos que escuchar la orden y cuando ya tenemos pleno
conocimiento de ella, nosotros tomamos la decisión de obedecerla o no. Si nos vamos por el lado de cumplirla,
obtendremos bendición; si por el contrario la rechazamos, las consecuencias
llegarán envueltas en maldición.
En el diario vivir el
cristiano se enfrenta a multitud de tropiezos y de tentaciones que tiene que
sortear porque don Satán no se quedará quieto: nos pintará el pecado con bellezas
y engaños. Es ahí cuando la capacidad de
decisión en el hombre se activará por el bien o por el mal. Por eso hay que ser persistentes en ellos (vv. 18-20).
Hemos escuchado sus
mandatos, los hemos aprendido, meditado y por consiguiente tenemos que
llevarlos a la práctica para decidir correctamente y gozar de ricas
bendiciones.
Amado Señor: gracias te
damos por los preceptos que nos has dejado y que queremos obedecer para recibir
la bendición total de parte tuya. Pon en
nuestros corazones el escucharlos atentamente, de tal manera que hagamos de
ellos un modo de vida continuo en nuestras vidas.
Un abrazo y
bendiciones.
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