lunes, 2 de junio de 2014

Oxigenarnos espiritualmente




Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: “Voy a confesar mis transgresiones al Señor”, y tú perdonaste mi maldad y mi pecado. 
Salmo 32:5.


Lectura: Salmo 32:1-11.    Versículo del día: Salmo 32:5.

MEDITACIÓN DIARIA

Personalmente considero que el confesar tiene el mismo efecto que perdonar: libera.  Y también creo que hay que estar en una continua disposición de confesar los pecados, porque estos se meten en cualquier momento, sean de obra, pensamiento u omisión; y para continuar sin tropiezos lo mejor es confesarlos de inmediato. “Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día. Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano, porque día y noche tu mano pesaba sobre mí” (vv. 3-4).  Quien diga que no peca y no tiene esa carga encima, es un mentiroso.  En mis primeros años de cristiana me enseñaron que esa era la respiración espiritual: se exhala al confesar el pecado y pedir el perdón de Dios; y  se inhala al pedir al Espíritu Santo que gobierne la vida y de el poder que nos impida volver a pecar.  Nosotros tenemos que estar continuamente oxigenándonos espiritualmente.
El Dr. Bill Bright, fundador de la Cruzada Estudiantil para Cristo, dijo que la respiración espiritual, como la respiración física, “es un proceso de exhalar lo impuro e inhalar lo puro, un ejercicio en la fe que lo capacita para que experimente el amor y el perdón de Dios y para que ande en el Espíritu como un modo de vida”.
1 Juan 1:9 dice: “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad”.  La respiración física es algo que hacemos de manera inconsciente, mientras que la espiritual requiere acción consciente.  Practiquémosla para permitir lo que el Señor dice que hará: “Yo te instruiré,  yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti” (v. 8 en la lectura).

Amado Señor: No queremos encubrir nuestros pecados.  Enséñanos a tener una relación perfecta contigo de tal manera que a la mayor brevedad del tiempo lo confesemos, para ir desarraigándolo de nosotros con el poder de tu Santo Espíritu y seguir caminando bajo tu instrucción.

Un abrazo y bendiciones.


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